Cine / Nuevo film de Cozarinsky. Un rescate emotivo y personal
Imágenes de noticieros alemanes y soviéticos de las épocas de Hitler y Stalin. Las calles de Saigón, tres días después del fin de la guerra de Vietnam. Postales de París de 1942 y 1966. Un paseo con el cineasta Alberto Fischerman por Nantes en 1986. Un homenaje a Estela Canto. La Buenos Aires actual como escenario del cuento "Días de 1937" y de la tragedia de Cromañón. Pies de bailarinas de tango y milongueros. Rostros de hombres y mujeres que se expresan al escuchar la música de Ulises Conti. Estas escenas y algunas otras componen Apuntes para una biografía imaginaria, el film de Edgardo Cozarinsky que se exhibe los sábados de julio en la Fundación Proa.
Realizado con material propio y ajeno, que había quedado en el archivo del cineasta a la espera de que lo rescatara del olvido, el mediometraje (dura poco menos de sesenta minutos) es una especie de collage emotivo que reúne la mirada de Cozarinsky sobre ciertos hechos históricos y también sobre cuestiones personales, como su último encuentro con Fischerman en Francia, cuando visitaron juntos la casa de Julio Verne, convertida en museo. "No sabíamos que nos estábamos viendo por última vez", dice Cozarinsky mientras en la pantalla se ve al director de Ya no hay hombres recorrer las calles de Nantes.
Aunque se trata de un viaje al arcón de sus recuerdos (algo que va a fascinar a quienes conocen muy bien a Cozarinsky y puede dejar afuera a los demás, pero vale la pena correr el riesgo), la participación del autor de El rufián moldavo en la película se limita a relatos en off: por ejemplo, cuando lee fragmentos de textos propios y de otros autores o cuando comenta las circunstancias históricas de las imágenes documentales de noticieros. Sólo a los veinte minutos de comenzado el film, aparece en un taxi que recorre la Avenida 9 de Julio rumbo a la estación Constitución, en el capítulo titulado "Un viaje", mientras lee algunos párrafos del cuento "Días de 1937", de su libro La novia de Odessa. Parecería que una de las frases que recita Cozarinsky ("Fragmentos de un relato mutilado, piezas aisladas de un rompecabezas que ya nunca podrá completarse...") intentara explicar el espíritu de esta película íntima y autorreferencial. El "relato mutilado" son los descartes del material fílmico que el director no utilizó en sus trabajos anteriores, como La guerra de un solo hombre o El violín de Rothschild y que restauró con la ayuda de Juan Bautista Stagnaro para construir Apuntes... Y las "piezas aisladas" del rompecabezas incompleto a las que también hace referencia no son más que escenas de su propia vida, repartida entre París y Buenos Aires.
Los cuatro capítulos titulados "Luz de un cuerpo", que actúan como separadores y conforman al mismo tiempo una narración paralela, son breves ensayos de la expresión del rostro humano. Allí aparecen actores y artistas conocidos por Cozarinsky, que el público podrá identificar, como Lautaro Delgado, Gonzalo Heredia, Jimena Anganuzzi, Rafael Ferro, Marta Lubos y Luna Paiva. A la joven fotógrafa se la vuelve a ver en "El regreso", sobre el final del film, en una escena en el interior de una milonga parisina junto con el actor Féodor Atkine, que pertenece a su película Dans le rouge du couchant (Crepúsculo rojo, 2003), protagonizada por la española Marisa Paredes. Si bien ése se presenta como el final formal, con los títulos llega un bonus track: imágenes de un chico sonriente que hace malabares en las calles porteñas. Una escena cotidiana de la Buenos Aires que tanto conoce Cozarinsky.
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