Actualidad religiosa. Un viaje a la tierra de las raíces comunes
El viaje del papa Benedicto XVI a Medio Oriente, una región surcada por conflictos manifiestos o latentes, armados o no, implica dimensiones de diálogo ecuménico -entre los cristianos de distintas iglesias, que son una minoría menguada en la región y cuya presencia común se busca apuntalar ante el éxodo casi habitual- y de encuentro interreligioso, con el judaísmo y el islam.
En el vuelo desde Roma, en una conversación con periodistas, el Papa subrayó las raíces comunes, pese a la diversidad de orígenes. El cristianismo nace del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento no existiría sin él, porque se refiere constantemente a "la Escritura", es decir, al Antiguo Testamento. Por otra parte, el islam ha nacido en un ambiente donde estaban presentes tanto el judaísmo como diversas ramas del cristianismo, y eso no deja de reflejarse en la tradición coránica. "De modo que tenemos mucho en común desde los orígenes además de la fe en un único Dios", dijo el Pontífice, en viaje a Tierra Santa.
No obstante, más allá de las raíces comunes, del esfuerzo de acercamiento, no faltan malentendidos, distancias, incomprensiones, frutos muy diversos de fuentes compartidas. Desde el punto de vista teológico, Joseph Ratzinger, avezado intelectual, estimó que no hay que sorprenderse por el hecho de que haya malentendidos entre judíos y cristianos al enfocar, por ejemplo, el Antiguo Testamento, tenido por ambos como Revelación de Dios, porque tras dos mil años de historias separadas se han formado tradiciones de interpretación, de lenguaje, de pensamiento muy distintas. Así, las mismas palabras pueden asumir significados distintos, según las partes y el curso de la historia. Al respecto, se mostró optimista sobre los contactos entre jóvenes estudiosos: "Debemos hacer todo lo posible para aprender uno el lenguaje del otro, y me parece que hacemos grandes progresos". Y en Madaba bendijo la piedra fundamental de la primera universidad católica de Jordania, que se espera que sea un laboratorio de diálogo con los musulmanes.
Pero más allá de los encuentros académicos, otras cuestiones políticas, históricas, surcan las relaciones. Para la visión papal, no cabe adjudicar a la religión ser causa de división en el mundo, sino a "su manipulación ideológica, a veces con objetivos políticos".
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