Una “tardecita” literaria y una “nochecita” artística para los chicos

El Día Internacional de los Derechos de la Niñez estuvo dedicado a los chicos en la ciudad de Buenos Aires. En un sábado con cielo despejado y clima de verano hubo “tardecita” literaria y “nochecita” artística en distintos espacios culturales porteños. Mientras el festival Filbita copó la Biblioteca Parque de la Estación, con talleres y rondas de lectura, la Usina del Arte se disfrazó al estilo Harry Potter para recibir a familias con chicos de todas las edades en la segunda edición de la Nochecita, una mini noche de los museos que también se realizó en el Sívori, el Larreta y el Moderno, entre otros.

Aunque la Nochecita arrancaba a las 18, en la Usina decidieron abrir las puertas una hora antes para que ingresaran los que formaban fila desde temprano. El cupo de la mayoría de las actividades con inscripción previa se había agotado con anticipación, por lo que no hubo amontonamiento de público. Con barbijo y distancia hubo filas para participar de propuestas como peluquería y maquillaje al paso, en la planta baja del edificio, y para sacarse fotos con personajes de películas famosas, como La guerra de las galaxias y Harry Potter. Fue una verdadera fiesta con talleres, juegos, charlas, desafíos, lecturas y hasta competencia de disfraces.

Después de tanta virtualidad, se advirtió la alegría de chicos, medianos y grandes por recuperar experiencias presenciales como las que brindaron la Nochecita y el Filbita, que cierra su edición 2021 este domingo con más charlas y talleres en el Parque de la Estación.

Adentro y afuera de la biblioteca ubicada en Gallo y Perón hubo público desde temprano. Entre risas, barbijos, alcohol en gel y libros, los sueños fueron el gran paraguas temático de los encuentros. Este año, con el regreso de la presencialidad durante el fin de semana, el Filbita (que tuvo también tres jornadas virtuales entre el miércoles y el viernes pasado) propuso pensar y ampliar el concepto de sueño como deseos, derechos y material literario.

En el Espacio Unicef se presentó La familia Michini, de Melina Pogorelsky y Vanessa Zorn, el primer libro de la colección Cuentos que cuidan, editada en conjunto con Filbita. “Ya estamos por publicar el segundo, Cichipo y Astrulina, de Luciano Saracino y Jimena Tello. Son libros literalmente valiosos que acompañan y disparan conversaciones familiares sobre los derechos de los niños”, dijo a LA NACION Larisa Chausovsky, de Fundación Filba.

Uno de los hits de la tarde en la biblioteca del Abasto fue el taller de arte El campo de flores de Tullet, coordinado por María Elina Méndez. Megáfono en mano y vestida con un mameluco con manchas de pintura, la ilustradora guio a los participantes (nenas y nenes con madres, padres y abuelos) para colorear un larguísimo camino de hojas blancas. Allí, con pinceles y hasta con las manos, fueron estampando círculos y puntos de colores que formaron flores. La actividad se repite este domingo a las 15.30.

Después de varios meses de funcionar como vacunatorio contra el Covid, la Usina del Arte reabrió el bar y los puestos de comida del patio. Pocholos, jugos y muffins fueron los más pedidos desde temprano por muchos chicos que ya llegaban disfrazados de magos y brujas o con algún accesorio de Harry Potter. En un puesto de la feria al aire libre, ubicada en la plaza de enfrente, vendían varitas mágicas de distintos modelos inspirados en los personajes de la saga de JK Rowling.

Al cierre de esta edición, todavía quedaba más de una hora de programación y se advertía que la mayoría de los asistentes se proponía disfrutar hasta el final de la Nochecita.

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