Inéditos / guiones. Urge marido
Una nueva versión de El beso de la mujer araña , que se estrena en estos días, y el libro Teatro reunido (Entropía) confirman la vigencia del escritor argentino, de quien ofrecemos parte de un guión escrito para el cine mexicano, pero no filmado
ROSA MARÍA ( joven bonita, de veinte años, habla junto a su Madre, que está observándola con gran desconfianza): Oye Gordis... Perdona la hora... Es que hoy no me sentí bien...
Departamento de Gordis.
GORDIS: Cuéntame... Si es que puedes...
Departamento de Rosa María.
ROSA MARÍA: Me descompuse en el trabajo... y me llevaron a la clínica... (Evidentemente, delante de su Madre no puede hablar.) Y me ordenaron unas inyecciones... pero perdí la receta... ¿Tú de cuáles tienes?
Departamento de Gordis.
GORDIS: Tú papá está al lado tuyo, ¿verdad?
Departamento de Rosa María.
ROSA MARÍA: Sí, Gordis, de esas... pero tendrías que ponerme una esta misma noche... ¿No puedes? Y si quieres, te quedas a merendar conmigo...
Departamento de Gordis.
GORDIS: No te molestes, mi alma... yo estoy a dieta... no pruebo bocado... Pero claro, si lo hizo tu mami, no la voy a despreciar, le damos una probadita... (Cuelga.)
GORDIS (a Antonio): Es el deber, mi chulo, tengo que ir acá enfrente, ¿me perdonas si esta noche te dejo solito? (En off, el tono muy irónico de su voz contrasta con la inocencia de su cara.) Fue a mí que me salvó la campana, carroñita...
Departamento de Rosa María. Desde la ventana de su recámara. Rosa María ve a Gordis que cruza en chanclas los jardines de la unidad y se dirige a su edificio.
ROSA MARÍA (a su madre): Ahí viene, ve a calentarle el caldo, ándale.
MADRE DE ROSA MARÍA: No, hijita, yo no estoy tranquila. Si tú no estás segura de qué inyección te recetaron, más vale no arriesgarse.
ROSA MARÍA: Pues ya me dijo la Gordis, ella se acordaba.
PADRE DE MARÍA ROSA (como la madre, caricaturescamente encimosos): Cómo se iba a acordar, si no estaba adelante cuando el médico te lo recetó.
ROSA MARÍA: Pero me dijo que si no era esta, era la otra o la otra y yo me acordé.
PADRE DE ROSA MARÍA: Y ahora ya se te olvidó otra vez... Esto me huele mal.
ROSA MARÍA (se oye el timbre de la calle): Ve y ábrele... Pobre Gordis...
MADRE (sala del departamento. La Madre de Rosa María la mira con mala cara y va a abrir): Pásale, (la besa) ¿es cierto que me vas a probar el caldo?
GORDIS (con maletín): Doñita, qué requeteamable es usted. Y buenas noches, don.
MADRE DE ROSA MARÍA (sabiendo de la gula de Gordis): Y dime, tú: ¿Te lo sirvo en taza o en plato hondo?
VOZ EN OFF DE GORDIS (mientras le sonríe melosa): En olla, ruca enredosa. Y olvídate de la cuchara.
PADRE DE ROSA MARÍA (a su esposa): Déjala, tal vez quiere pensarlo un ratito.
GORDIS: No, usted me conoce, doñita; sírvalo como quiera... (Al padre.) Ah... ya hablé a la clínica, y me explicaron todo su caso...
MADRE DE ROSA MARÍA: ¿A éstas horas?
GORDIS: ¿A poco las clínicas se abren un rato en la mañana, como los bancos? Nosotras las encargadas de la salud del prójimo estamos siempre a la orden.
PADRE DE ROSA MARÍA: ¿Y qué era?
GORDIS: Cansancio, don, nada más... Y acá traigo el remedio... Pero mejor me dejan sola con la enfermita, ¿no? digo...
PADRE DE ROSA MARÍA (a su esposa): Sí, tu ve a calentar el caldo. (Se dispone a seguir a Gordis.)
MADRE DE ROSA MARÍA (al marido): Y tú vente conmigo, que la pobre tiene que enseñar la nalguita. (A Gordis.) Y tú no la piques tan fuerte...
GORDIS: No faltaba más...
Recámara de Rosa María.
GORDIS (cerrando tras de sí la puerta, todavía disimulando irónica): Qué envidia tener mamá y papá... que te cuiden así...
ROSA MARÍA (está sentada en la cama. Con la foto de carnet de un hombre en la mano, echándose a llorar): Ay, Gordis... Nunca te vas a imaginar lo que me pasa...
GORDIS (se sienta junto a ella. La abraza, irónica): Debe ser muy difícil adivinar... Llorando, y con la foto de un güey en la mano... Déjame ver...
ROSA MARÍA (detiene un poco el llanto): Pero es que tú nunca hubieras pensado que yo...
GORDIS (mira la foto. El joven es guapo): Ya entiendo, lo viste feo, y por eso te sacrificaste...
ROSA MARÍA (largándose a llorar más fuerte que nunca): No es feo... Es reguapo...
Sala del departamento.
PADRE DE ROSA MARÍA (de detrás de la puerta con la oreja pegada): ¿Qué es lo que duele tanto, que chillas así?
GORDIS (la oyen desde detrás de la puerta Padre y Madre que se le unen): Usted pórtese bien, que yo sé lo que hago, y si no me cree le muestro el diploma. ¡Chingué con medalla de honor! (Dejan la puerta, asustados.)
Recámara de Rosa María.
ROSA MARÍA (en voz baja): Y esta mañana, dándole el cambio a un señor, de repente me empezó a dar vueltas la cabeza... y me desmayé.
GORDIS: ¿Cuánto tiempo llevas?
ROSA MARÍA: Como tres meses...
GORDIS: Ya ni un viaje en metro a Pino Suárez te puede salvar...
ROSA MARÍA: ¿Qué dices?
GORDIS: ¿Y por qué no me lo contaste antes?
ROSA MARÍA: Yo creí que él se iba a casar.
GORDIS: ¿Sabe de la cigüeña?
ROSA MARÍA: Desde que se lo dije ya no me quiere ver.
GORDIS: Qué poca...
ROSA MARÍA: Él me había jurado amor eterno.
GORDIS: Y tú le diste la prueba de amor.
ROSA MARÍA: Te juro que ni me di cuenta... cuando me quise acordar ya era tarde.
GORDIS: De puro distraída...
ROSA MARÍA: Estábamos abrazados en una calle oscura, yo estaba mirándolo a los ojos... y se me olvidó todo.
GORDIS: Cuantimás salir corriendo.
ROSA MARÍA: En ese momento yo no tenía piernas para correr. Ni brazos, para defenderme, nada.
GORDIS: Y así él te quería igual, tú sin piernas, sin brazos, sin nada... Pero dime, ¿de qué se agarraba el pobre, para no caerse al piso?
ROSA MARÍA (vuelve a llorar): Y esta mañana lo llamé al hotel Palace, y se volvió a negar.
GORDIS: ¿Vive en el Palace? Ah... es un aprovechado, un rico desalmado, un playboy.
ROSA MARÍA: No, es un bellboy.
GORDIS: Peor para él. Y ya no llores, que yo te arreglo todo.
Exterior teléfono público frente al hotel Palace. - (Atardecer.)
GORDIS (desde el teléfono público): Por favor con el Bellboy Pascual.
Conmutador del hotel Palace. Telefonista, muchacha muy pintada, morena, muy cínica. Casi guapa, con cansancio.
TELEFONISTA: ¿De parte de quién?
GORDIS: De una amiga de Rosa María, por favor...
TELEFONISTA (a un bellboy, que sale en ese momento del ascensor cargado de maletas y detrás de una Señora de unos cuarenta años, vestida muy aparatosamente con ropa de viaje): Para ti teléfono...
PASCUAL (joven de unos veinticinco años. Atractivo, muy sonriente. Popular. Ponchado. Desconfiado, pregunta): ¿Quién?
TELEFONISTA: Rosa María.
TELEFONISTA (Pascual hace seña negativa con la cabeza y sigue hacia la salida, donde un taxi espera a la viajera. La telefonista, cansada de dar siempre las mismas respuestas, a Gordis): Lo siento, pero salió a comisión.
GORDIS (molesta por el tono de la telefonista): ¿Con quién tengo el gusto de hablar...? ¿Con su mamá? Porque las mamás son muy celosas.
TELEFONISTA (harta): Y usted por lo sabia, parece su abuelita. Y por la voz de anciana.
GORDIS (haciendo de Sara García): Sí, soy la abuelita. Pero es la madre la que corre peligro, porque se la van a partir.
Cuelga. Ve a Pascual, colocando las maletas en el taxi. Gordis cruza y se coloca junto a la entrada del hotel. El taxi parte. Pascual la mira. Gordis coquetea, Pascual la examina rápidamente de pies a cabeza y la descarta. En ese mismo momento una camarera sale por la puerta de servicio, que en el hotel Palace coincide con la cochera; la camarera se está colocando un abrigo sobre el uniforme. Es atractiva y joven.
PASCUAL (cachondo): Ya se nos va el sol...
CAMARERA (coqueta): Es hora, a las seis ya se hace de noche.
PASCUAL: Yo salgo hasta las siete, ¿no me esperas una horita?
CAMARERA (acomodándose la ropa): Ni cinco minutos.
PASCUAL: Qué frío va a estar el tercer piso, sin ti.
Gordis oye todo azorada.
CAMARERA: Con que bajes al segundo, la Lupe te da una cobija, y así te calientas tantito.
PASCUAL: La Lupe ya no me pela.
CAMARERA (saliendo y ya algo harta): Es que basta que tú mires a una mujer, y ya la embarazas.
PASCUAL: Es que tengo muy buena vista, chulita...
CAMARERA (ya dándole la espalda. A algunos pasos): Pelado...
PASCUAL: Malpensada tú... (Vuelve a mirar a Gordis. Vuelve a descartarla.)
VOZ EN OFF DE GORDIS (mira la hora y después el cielo nublado): Si llueve, no le va a quedar otra que irse conmigo.
Frente Hotel Palace una hora más tarde. - (Noche.)
Llueve torrencialmente. Gordis está acorralada por la lluvia bajo la marquesina del hotel. Por momentos el viento hace llegar el agua hasta el rincón de ella y la moja.
VOZ EN OFF DE GORDIS: Que Dios me lo pague...
Ve en ese momento salir a Pascual por la puerta del garage, viste su ropa de calle, muy modesta, Gordis lo mira de reojo. Pascual, mira la lluvia, mira a Gordis. Hace cálculos, seguramente no encontrará otra cosa con el mal tiempo. Finalmente se decide no de muy buena gana a abordarla.
PASCUAL: Está mojada el agua...
GORDIS: Sí, cae de arriba a abajo.
PASCUAL: Vaya a saber por qué...
GORDIS: No se queme el coco, pensar es malo para la salud.
PASCUAL: Yo no conozco más que una cosa buena para la salud.
GORDIS: ¿Algo que se pueda hacer aunque llueva?
PASCUAL: Si llueve... mejor todavía.
GORDIS: ¿Y por qué no me la explica mientras nos echamos una cervecita?
PASCUAL: Yo a la cerveza nunca le digo que no. Si hay alguien que paga, yo me puedo echar al veinte, fácil.
Gordis, enarca una ceja significativamente, Pascual es un Don Juan consentido y aprovechado.
Cantina popular frente al monumento de la Revolución. Es un recinto enorme. En mesas alejadas hay borrachos cantando. El ambiente es colorido, pero no muy alegre, más bien depresivo, aunque bullanguero.
GORDIS (junto a Pascual, tomando tequila y cerveza ambos. Tienen varias botellas vacías): Yo creo que una parejita más no estaría mal, ¿sí?
PASCUAL: Yo me echaba otra más.
GORDIS: Pero tú eres muy reservado, no me cuentas nada. De tus amores...
PASCUAL (ya un poco chispeado le corta el tema): Qué buena pareja el tequila y la cerveza. El tequila es el macho, viene en copita flaca, pero tiene fuerza. La cerveza es gordita, (mirando a Gordis) hay mucho de dónde agarrarse.
GORDIS (cachonda): Cómo eres... (Hace señas al mesero de traer más bebidas; para que Pascual mire a otro lado mientras ella echa el tequila al florero.) Mira que escándalo el escote de esa güera.
PASCUAL (se da vuelta, las flores del florero caen inclinadas): Pero mamá, ¿te va a quedar lana para el hotel?
GORDIS: ¿Qué están oyendo mis oídos?
PASCUAL: Que si te queda lana pa’l hotel, y la propina pa’ la recamarera, porque yo no voy a ir contra mi propio gremio.
GORDIS (de pronto fingiendo gran recato): Me da vergüenza decirlo.
PASCUAL (serio): Vergüenza es robar.
GORDIS: No me animo a decirlo...
PASCUAL: ¿Qué una enfermedad venérea?... Pobrecita, a cualquiera le pasa.
GORDIS (enojada): Párale, güey. Es que soy señorita, tú qué te crees.
PASCUAL: No te creo, (riendo) señorita...
El mesero les trae más copas. Gordis echa la suya disimuladamente en el florero. Las flores se caen más todavía.
GORDIS: Y a mucha honra.
PASCUAL (sigue riendo. Señalándole un cartel pegado a la pared que publicita las presentaciones en un nigth club de la bailarina Lulu Lujan. Olga Breesnki): No eres la Lulú Luján, pero tienes lo tuyo. ¿Cómo ningún pelado nunca te propuso nada? Hay que hacerte el favor, ya.
GORDIS: Esto no es una ofensa. No fue por falta de oportunidad, sino por decencia.
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