Vargas Llosa y los miedos: “La experiencia no exime del pánico al escribir”
MADRID.- "Soy un escritor más viejo y más experimentado. Pero no por eso a salvo del pánico" cada vez que publica una novela.
A los 83 años, así reflexiona el peruano Mario Vargas Llosa al presentar Tiempos recios, su nueva ficción en la que, una vez más, parte de la historia política para situarse en la Centroamérica de los años 50, con el golpe militar contra el guatemalteco Jacobo Arenz como eje de la acción.
Teme Vargas Llosa que ese momento, que no duda en calificar como crucial para el posterior devenir del continente, quede en el olvido. "Es la literatura la que hoy en día acerca la historia al gran público", asegura.
Está convencido de que mucho de lo que luego ocurrió no hubiese pasado si los Estados Unidos se hubiesen quedado fuera de ese golpe, en lugar de alentarlo. "Posiblemente Fidel Castro no se hubiese hecho comunista", apuesta.
Editado por Alfaguara, el libro fue presentado en una multitudinaria conferencia en la Casa de América, en esta ciudad.
"No podría haber sido en otro sitio", fue el comentario, para quien incursionó por esa geografía dictatorial en La Fiesta del Chivo, sobre el asesinato del dictador Rafael Trujillo, o con Conversación en la Catedral y su célebre comienzo: "¿En qué momento se jodió Perú?"
"Pillos y semi analfabetos"
Sin embargo y pese a ello, no le causa gracia alguna que la primera pregunta vaya directa al grano de la crisis que ahora enfrenta Perú, su país.
Sobre todo, porque Vargas Llosa acaba de apoyar la decisión del presidente Martín Vizcarra de disolver el Congreso porque "obstruía" la acción de gobierno. "¿No es eso contradictorio con el respeto a la democracia que Usted predica?", dice una colega peruana.
Sin ahorrar calificativos, justifica ese cierre porque se trataba "de un Congreso de pillos semi analfabetos" que bloqueaban la acción de gobierno. Pero no quiere ir más allá ni hablar de política. "Por favor, centrémonos en la novela", pidió, con el ceño algo fruncido.
Es difícil que el límite que propone el Premio Nobel se respete a rajatabla. Porque su nuevo libro aborda la intervención de los Estados Unidos en el golpe militar contra el presidente guatemalteco Jacobo Arbenz y porque él mismo especula que, sin esa injerencia, el destino de América latina hubiese sido otro.
"Tal vez ni siquiera Fidel Castro se hubiese hecho comunista", dijo. O es probable que una generación de jóvenes, incluido él mismo, no hubieran sido arrastrados a pensar "que la democracia era imposible y buscar una salida en paraísos comunistas". Conjetura en la que también incorporó al argentino Ernesto "Che" Guevara.
Historia política y ficción
Rescata, eso sí, la mezcla entre política y ficción. O, mejor dicho, cómo es que la literatura "acerca al gran público a la historia".
Un recurso en el que acepta que "hay hechos inalterables", porque son los que efectivamente ocurrieron, pero que luego se entra en el campo enorme de los detalles "donde suele estar lo fundamental"- y en los puntos oscuros y es ahí donde como novelista, trabaja con toda la libertad.
Admite que en Tiempos recios, habla de "una América latina odiosa, detestable y con violencia que es la América latina de los dictadores". Un territorio que es "sumamente atractivo para la literatura" pero, al mismo tiempo "ingrato para la realidad".
Por eso, entiende también que aún con las dictaduras "ideológicas" en Venezuela, Nicaragua o Cuba" la situación en el continente "mejoró mucho". Pese a que el desafío sigue siendo "hacer que nuestras democracias sean eficaces", porque hoy no lo son todas. Y hay mucha dosis de "populismo, corrupción e ignorancia".
"A lapicera fuente"
Vuelve a su vida como escritor "a lapicera fuente" -ya que esa sigue siendo la herramienta con la que pergeña sus textos- y asegura que aunque pasen los años y tenga más experiencia, no supera el pánico y el terror en el momento previo de presentar una nivela. "El instante supremo", dice.
"Soy un escritor más viejo", dice, pero no a salvo de inseguridades sino, más bien, al contrario "hoy son mucho mayores" que cuando empezó. "Puede que sea al temor a defraudar a un público que uno cree que ya tiene ganado", conjeturó. A la vez que admite el enorme "componente irracional" que anida tras la elección de un tema.
Pero así como el temor y la inseguridad siguen presentes, también sigue estando "la exaltación cuando, al escribir, siento que una puerta se abre y la historia me lleva hacia delante".
Un sentimiento que reserva para la novela. Nada de eso ocurre ni con un artículo ni conferencia.
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