La crisis en Cultura: las autoridades recorrieron las instalaciones. Visita con advertencias en la Biblioteca
Torcuato Di Tella se encontró con un cartel anónimo que alertaba sobre denuncias y acusaciones
La comitiva oficial llegó pasadas las 14 al edificio de la Biblioteca Nacional. Eran el designado director Elvio Vitali, el secretario de Cultura de la Nación, Torcuato Di Tella; la subsecretaria, Magdalena Faillace; los integrantes del consejo asesor -Hebe Clementi, Nicolás Casullo y Horacio Tarcus-, y el veedor provisionalmente a cargo del organismo, José Martínez Tato.
Hubo, en la Biblioteca Nacional, expectación y nerviosismo.
En el despacho del director los recibió un cartel con una severa advertencia, atribuida a una interna gremial: "Ojo con lo que dicen y hacen en el sector. Ahí hay buchones y ortivas". El cartel, que estaba en el hall del edificio, fue trasladado al despacho vacante por Martínez Tato a instancias del propio Di Tella.
La historia que hay atrás parece extraída de una película de terror. Según fuentes gremiales, el 13 de mayo último, con la complicidad de un funcionario de planta, del área de mantenimiento y vigilancia, y los custodios de turno de la Biblioteca, se facilitó el ingreso de unos 50 individuos supuestamente armados -que algunas fuentes señalan como barrabravas- que cometieron desmanes y amenazaron al personal.
El funcionario sospechado fue identificado y denunciado ante la Justicia, lo que motivó como respuesta el cartel al lado del cual posó Di Tella, que ayer se mantuvo en silencio.
Como un mensaje dirigido hacia adentro y hacia afuera del organismo, Vitali dijo a LA NACION en forma rotunda: "Entro en la Biblioteca Nacional con vocación de diálogo, pero también con fuertes convicciones".
Y por si algún distraído no comprendiera la diferencia entre el poder delegado en Vitali y el que tuvo la anterior conducción, el funcionario que todavía no asumió formalmente dijo: "Llego con un fuerte mandato del presidente Kirchner para ordenar esta institución". De allí la expectación y el nerviosismo.
Vitali dijo que "propondrá en la Biblioteca un nuevo pacto de funcionamiento y de trabajo. Hoy (por ayer) me presenté con el personal, y me dijeron en qué trabajan. Pude comprobar que son más las personas que trabajan que las que no lo hacen".
El nuevo director dijo que durante la recorrida la gente recibió a la comitiva oficial "con expectativa de que las cosas cambien. La impresión que a uno le queda es que quieren que cambie el funcionamiento".
Vitali y la comitiva anduvieron por los pisos, los subsuelos, entre anaqueles poblados por miles de libros, e ingresaron en salas hoy vedadas al público por el hurto de obras valiosísimas. "Me emocionó entrar en el Tesoro. Sentí la responsabilidad de preservar el patrimonio. Encontré los depósitos relativamente ordenados", comentó el director.
-¿Comprobó si quienes trabajan están "apretados" por un grupo de matones gremiales que actúan por coacción?
-Recorrimos las instalaciones y nos informamos de los problemas. Cuando me haga cargo, voy a tomar contacto con los delegados y voy a escuchar las demandas. Después veremos cuáles son legítimas y cuáles son las que se pueden resolver. Espero poder cambiar, con los trabajadores, la historia de la institución.
-Disculpe el escepticismo, pero varios directores llegaron con las mejores intenciones. ¿Cómo desarticulará esas mafias que, con ayuda exterior, sacan valiosos libros del país?
-Vamos a intentar hacerlo por vía de un acuerdo. De lo contrario intentaremos otras modalidades. Lo más racional es pensar que los sindicatos están interesados en que las cosas funcionen. Hay infinidad de gente que conoce la Biblioteca. Yo ya tengo una opinión formada y la completaré con mi llegada. El cambio tiene que ver con niveles de eficacia en la seguridad. Fue una buena medida tomada por Horacio (Salas, el director que renunció el mes último, lo que desnudó la crisis en el organismo) la de cambiar la empresa de seguridad. Tenemos que ver cómo funciona.
-Insisto, hay funcionarios enquistados en la estructura de funcionamiento. ¿Cómo se modifica la cultura de trabajo?
-Planificando nuevas estrategias. Una nueva cultura de trabajo supone un acuerdo con los trabajadores. Pondremos todo en la mesa y veremos qué acordamos. Los robos de libros tienen que ver con los niveles de inseguridad.
-¿Cuáles son, a su juicio, los tres problemas más acuciantes de la institución?
-Esto tiene tres patas. La Biblioteca funciona con déficit, en algunos sectores con más déficit que en otros. La segunda es una cuestión de seguridad: hay que frenar el drenaje. La tercera, hay que aumentar el ritmo del inventario, la catalogación y la digitalización de los libros.
A raíz de la visita de ayer, una fuente gremial dijo anoche: "Estos nombramientos muestran que, evidentemente, se quiere reforzar el rol cultural de la Biblioteca, pero no está claro que esta gente se anime a meter mano en el funcionamiento interno. En ATE esperamos que todo esto no sean sólo baldazos de agua para apagar el incendio y se tapen las denuncias de vaciamiento y de mal uso de los fondos".
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