¿Y si no fue ella?
¿Yoko Ono no separó a The Beatles? ¿Quién dijo que los separó? Por años ellos -John Lennon, Ringo Starr, George Harrison y Paul McCartney-, The Beatles, aseguraron que no, que no había sido culpa de ella la ruptura de la banda de rock más impresionante de la historia del rock.
Y sin embargo desde entonces, 1970, la versión se impuso por sobre las demás y los artículos en los diarios la responsabilizaron y los fanáticos la señalaron y los jóvenes que los escucharon en vivo fueron padres y se los dijeron a sus hijos, como María en la década del 90, que cuando viajaba en auto ponía un casete, cantaba en voz alta “Love Me Do” o “I Want To Hold Your Hand”, llegaba a destino y lanzaba desolada al apagar la música frente al niño de 10 y la niña de 6: “China de mierda”, en alusión a ella, la japonesa-estadounidense Yoko Ono, artista visual, pareja de Lennon durante los últimos años del grupo inglés y de su vida.
Y si ella no los separó, ¿qué fue lo que pasó? Medio siglo después Get Back, el documental de 468 minutos del director Peter Jackson, esboza una respuesta cuando muestra grabaciones inéditas de cómo hicieron el álbum “Let It Be” y de cómo llegaron al último recital que dieron, un pedazo de su espectacularidad al aire libre para quien quiera ver, en una terraza de Londres. Y es un milagro, es hacer un tajo en el pasado para conseguir que el año 69 sea igual al presente, como si George pudiera postear en Instagram una historia y decir: “Acá, nosotros, tirando acordes para ‘Don’t Let Me Down’”.
En Get Back se los ve. Flacos. A ellos y a ella, porque Yoko está siempre. Los primeros segundos del documental los retratan llegando al lugar en que comenzarán a armar el disco y hay una imagen que no pasa sin rispidez: en escena, la primera vez que son cuatro, son cuatro con ella. Son Ringo, George, John con un tapado de piel marrón y Yoko. Paul llega después, como el quinto. Y es molesto, pero más molesto (y perfecto) es lo que está por pasar: cada cual aparece en primer plano en busca de cosas distintas. Paul intenta imponer un orden perdido, George quiere innovar, John sabe que ya no va más y Ringo espera. Por horas, por días. Son ellos, cada vez menos entusiasmados. Es John, que se burla de una canción que acaba de escribir George y le dice que no olvide que son una banda de rock, no una banda que toca para que las chicas bailen; es Paul, que confiesa que parecen jubilados que lo único que saben hacer es ponerse uno en contra del otro, es Ringo, que se duerme sentado; es George, que renuncia en medio de la música y lanza sin siquiera gritar la pérdida: “Consíganse un reemplazo”. Son los cuatro, juntos, sin rugidos, sin euforia, con apenas alcohol, controlados, contenidos, comiendo tostadas cuando antes se comían el mundo. Llegan tarde con ganas de irse, componen pero componen mejor solos. En cada momento Yoko está, mientras cantan, mientras escuchan lo que cantaron, mientras deciden qué hacer. Sentada al lado de John. A veces apenas lejos. A veces lee algo, cose algo, escucha algo, busca algo, baila. Nunca interfiere. No en compañía del resto. Una vez canta. ¿Quién dijo que la culpa fue de ella?
Por 50 años Yoko fue la mala. Por misoginia, por feminista en épocas bien machistas, por asiática, por discriminación. Pero Get Back parece mostrar otra cosa: ¿y si fue una heroína? La mujer que se sacrificó para esconder la verdad. La que soportó los agravios y la presión para liberarlos a ellos, para que sigan siendo dioses, lo imposible: la banda que tocó por una década pero fue infinita.
Quizás es este el fin del documental, contar que The Beatles se separaron porque ya no tenían ganas de estar juntos, que no grabaron más canciones porque lo decidieron. El mundo se quedó sin ellos por culpa de ellos.