Abusos sexuales en el deporte: de eso sí se habla
Sébastien Boueilh tenía 12 años cuando sufrió un abuso sexual por primera vez. Durante cuatro años, él y un amigo padecieron violaciones por parte de un familiar que se encargaba de llevarlos a los entrenamientos de rugby. Pasaron casi dos décadas hasta que Sébastien escuchó a otra víctima y se animó a contar lo suyo. Tras la condena a su agresor, creó en Francia Coloso con Pies de Barro, una ONG que acompaña a quienes son objeto de abusos en el deporte. Nadie de su entorno imaginó que este gigante de más de 100 kilos había atravesado tal infierno.
"Sébastien estuvo en prisión durante 18 años. Tuvo cambios bruscos en su comportamiento y, en parte porque su agresor era alguien en quien confiaban, nadie tuvo la capacidad de ver por qué se producían esos cambios", argumenta Franco Pani, el presidente de la filial argentina de Coloso con Pies de Barro.
Pani es tucumano, tiene 37 años y tras el mundial juvenil de 2002 se radicó en Francia, donde desarrolló su carrera profesional. Pasó 11 años en ese país, entre Brive y La Rochelle. Allí conoció a Sébastien. "Fue en 2014, en un tercer tiempo. Me contó el trabajo que hacía en sus días libres. Al año siguiente volví, me instalé en Ushuaia y empecé a hablar con él para traer la fundación", cuenta. Finalmente, en agosto pasado, Coloso con Pies de Barro comenzó a trabajar en la Argentina con el mismo formato con que lo hace en Francia. Su base está en la capital fueguina, pero actúa dando charlas y asistencia en todo el país.
"El abuso existe en todos lados, pero nosotros, como deportistas, notamos que no se le presta tanta atención en este ámbito como en otros. El deporte es un nido de chicos y por eso pusimos el foco acá", explica Franco. La ONG brinda charlas abiertas para los chicos, sus familias, profesores y todos los que participan en el ambiente deportivo. "Las llamamos «sensibilizaciones», ya que pretendemos movilizar al público con la historia de Sébastien, además de dar números y estadísticas. Al final, dejamos un espacio para que la gente que tenga dudas o quiera charlar tenga un acercamiento personal y confidencial, con el objetivo de orientarla y acompañarla", añade Pani.
Si bien en cada víctima los abusos repercuten de diversas formas, una psicóloga victiminóloga francesa que trabaja para la fundación, Marie-Claude Darrigade, clasifica los cambios de comportamiento según la edad en que la persona sufrió el abuso. En la primera niñez suelen darse trastornos en el sueño y en los hábitos de alimentación, pérdida de control de esfínteres y masturbación compulsiva. Durante la escolarización primaria tienen lugar trastornos en el aprendizaje, conductas hipersexualizadas y dificultad para integrarse y relacionarse con los pares. Y en la adolescencia aparecen baja autoestima, la idea o intentos de suicidio, cefaleas y dolores abdominales que no responden a causas orgánicas y consumo de alcohol y de drogas. De todos modos, estas conductas también pueden darse por otros motivos, como el maltrato y el divorcio, siempre según la especialista referida.
No se le presta tanta atención en este ámbito como en otros. El deporte es un nido de chicos.
Con la experiencia de Sébastien como ejemplo, desde la ONG entienden que después de las violaciones empieza la segunda condena, que es el silencio. "Es un tema tabú y por eso el primer paso es que las víctimas se saquen ese doloroso secreto que llevan encima. Llegan con miedo, no levantan la cara, y cuando se van están agradecidas y aliviadas", comenta Pani. Si la persona padeció un abuso, especialistas la acompañan de manera confidencial tanto psicológica como jurídicamente, siempre que ella quiera avanzar en ese sentido. "Recomendamos que hagan la denuncia, pero es difícil, ya que por lo general los agresores se tratan de familiares o gente muy cercana, y las víctimas tienen miedo. Incluso hay casos de personas que perdieron a sus familias porque estas no les creían", amplía el exrugbier.
El primer paso es la contención emocional mediante un psicólogo especialista en victimonología, ya que en la mayoría de los casos el atacado se cree culpable. "Cuando hace la denuncia y sale de la culpabilidad, su vida sigue normalmente, sin ese peso que llevaba dentro, y continúa con la terapia", comenta Pani. Pero no todos se animan a dar ese paso, y prolongan su padecimiento: "Lamentablemente, si es en el ámbito familiar y conviven con el agresor, no logran hablar de este tema con su familia", explica el tucumano. Aunque el objetivo de Coloso con Pies de Barro no es hacer una caza de brujas, la entidad incentiva a las víctimas a denunciar porque entiende que esto llevará a que otras víctimas se animen a hacerlo.
Los casos son diversos, pero se asemejan. En una de las charlas, un joven de unos 20 años contó por primera vez que su hermano mayor había abusado de él 15 años atrás. "El hermano estaba entrando a la adolescencia, miraba pornografía y quería practicar lo que veía. ¿Por qué el chico no lo contó antes? Porque su hermano lo manipulaba y lo amenazaba. Es la forma en que los depredadores trabajan", señala Pani. Si bien al principio al muchacho le costó hablar, una vez que lo hizo se estableció un plan de acción para que dejara de sentirse culpable. Tras ese paso, se avanzó con la denuncia y el tratamiento psicológico.
Según el programa Las víctimas contra las violencias, del Ministerio de Justicia de la Nación, que releva casos de abuso en general independientemente del ámbito en que suceden, un 75% de los ataques es perpetrado por un familiar directo, y también en un 75% los agredidos son chicos de hasta 12 años. Además, se calcula que una de cada cinco niñas y uno de cada 13 niños padeció esta situación, según la Organización Mundial de la Salud. "Tenemos desde chicos de 6 años hasta una persona de casi 70. Pero en la gran mayoría de los casos se trata de chicos que todavía no tienen noción de su cuerpo", expone el tucumano. Coloso con Pies de Barro, contactable por medio de Facebook, dio hasta el momento seis charlas, para un total de 1200 personas, y está acompañando activamente a casi 25 víctimas. "No hubo una reunión en la que no hayamos encontrado personas que hubieran sufrido abusos", amplía Franco.
El hermano lo manipulaba y lo amenazaba. Es la forma en que los depredadores trabajan.
Luego de los encuentros colectivos, la fundación entrega a los participantes la Guía de los Colosos, un documento creado por psicólogos, victimólogos y especialistas franceses de la ONG que encara la temática desde diferentes ángulos: procura que los chicos conozcan su cuerpo y que sepan qué situaciones están mal y cómo hablar de ellas, y se les da consejos sobre cómo defenderse. Esta guía utiliza Pani para, junto a su esposa, Regina, hablarles del tema a sus hijos Valentino, de 11 años, y a las gemelas Agostina y Luanna, de 7.
Aunque nadie está exento, es en los deportes como la natación y la gimnasia donde parece darse la mayoría de los casos. "En cualquier actividad podemos encontrar depredadores sexuales, pero suele pasar más en aquellas en que los chicos usan poca ropa", apunta Franco. Un caso muy conocido es el de Larry Nassar, exmédico del equipo olímpico de atletismo de Estados Unidos que aprovechó su posición para abusar de más de 140 niñas durante casi dos décadas. Liderada por exdeportistas, Coloso con Pies de Barro utiliza el deporte como herramienta de ayuda. "Aconsejamos practicar disciplinas que sirvan para generar confianza", comenta el tucumano.
Así como Sébastien se animó a hablar una vez que escuchó a otra víctima, la fundación alienta a las personas a romper ese estigma, ya que el tema sigue siendo tabú y los abusos ocurren en lugares donde los jóvenes deberían estar seguros. Pasó con la red de pedofilia que se destapó en Independiente, sobre la cual la fiscal del caso, María Soledad Garibaldi, advirtió que los ataques sexuales era una práctica habitual que llevaba por lo menos 10 años, y que seguramente se darían también en otros clubes. "No hablamos con nuestros hijos de sexualidad y los chicos aprenden en otros lados. Hay que prevenir y darles las herramientas para que sepan defenderse. Hasta que pasa cerca de uno, uno piensa que no existe, que es imposible. Cuando le toca, entonces se da cuenta de que seguramente hay mucha gente cercana a la que le pasó", concluye Pani.