Mareco y el número mágico de "2700": lo que viene en el ajedrez nacional
Si proyectamos un haz de luz sobre las perspectivas de los principales jugadores de nuestro país para 2019, tenemos que: Sandro Mareco, el número uno, debiera tratar de afirmarse en su alto ranking de 2660 y acercarse cuanto sea posible al número mágico de 2700, cifra nunca antes lograda por un compatriota; Diego Flores, siempre irregular, capaz de grandes hazañas y caídas inexplicables, podría asentarse sobre los 2600 de ranking y competir más seguido en el exterior del país para alcanzar mayores cotas de las logradas hasta ahora; Alan Pichot, el talento joven más prometedor (tiene 20 años), que viene jugando cada vez mejor, tiene un margen de progreso mayor que ningún otro, y necesita dar un salto cualitativo que podría acontecer en 2019, y luego están expectantes Federico Pérez Ponsa y Leandro Krysa, dos maestros muy fuertes que tendrán que trabajar duro para adelantar a ya veteranos como Fernando Peralta (39), que mantiene un alto nivel de juego.
Si observamos el ranking de países de la FIDE, que se basa en el promedio de los diez mejores jugadores de cada país, vemos que la Argentina figura en el 24° lugar en el mundo, y en segundo lugar entre los países latinoamericanos detrás de Cuba y delante de Brasil y un ascendente Perú. Pero si nos fijamos en el ranking del jugador número cien de cada país, entonces Argentina está entre los veinte primeros.
Este dato señala el caudal ajedrecístico de cada país, y en ese sentido seguimos teniendo una población ajedrecista grande y entusiasta, que sería bueno no perder, ya que es tradición entre nosotros (al respecto cabe recordar el capítulo que Ezequiel Martínez Estrada le dedica al ajedrez en su libro "La cabeza de Goliath", de 1947).
Para ello hacen falta políticas de apoyo por parte del Estado, que brillan por su ausencia. Si las hubo, ya no las hay. No olvidar que el ajedrez es un indicador de la cultura de una nación.