"Argentina, tu hora ya va a llegar", desafía la torcida
LONDRINA, Brasil.- "Oh, Argentina, puedes esperar, tu hora ya va a llegar."
Festejan, los brasileños. Ya ni se acuerdan de los silbidos, los insultos, las ironías, los "Luxemburro" que le lanzaban al técnico. Ahora es todo fiesta. Hay nueve goles de la seleçao y si alguien no confía en esta minisinfónica verdeamarela, que le cante a Gardel.
Tanta es la locura que Colombia, por más que vaya perdiendo, parece un recuerdo. La gente ya piensa en la Argentina, el rival del miércoles próximo. La gente... la brasileña y la argentina, claro. Como Diego Markic, el capitán del Sub 23 argentino. O como Wanderley Luxemburgo, el entrenador brasileño.
Digamos que aquí ya se palpita el superclásico sudamericano. Brasil termina de aplastar y destruir la construcción de la Colombia post Valderrama, pero a nadie parece importarle demasiado. El tema es la Argentina, no hay margen de dudas.
¿O no, Luxemburgo? "Por supuesto que ya hay que pensar en la Argentina. Igual, yo antes quiero saborear un poco más la victoria sobre Colombia."
Piensa en la Argentina, lo dice. Tanto como la Argentina y los argentinos piensan en Brasil. ¿O no, Markic? "Y sí... y la verdad es que yo tengo una bronca bárbara porque me muero de ganas de jugar contra ellos."
De temores no se habla. Acá el cliché es "respeto". "No creo que a la Argentina le dé miedo nuestra actuación de hoy (por ayer). No se va a asustar. Si tiene grandes jugadores, mucha experiencia, muy buen juego y también calidad..." Luxemburgo le esquiva al choque. Nada de problemas, y hasta un elogio a la picardía del técnico José Pekerman, quien mientras salía del Estadio do Café, tras la demostración de la aplanadora brasileña, habló maravillas del lateral izquierdo Athirson. Luxemburgo sonrió: "Je..., Pekerman es muy inteligente. Si le elogió las subidas debe haber sido a propósito. Por ahí quiere que Athirson ataque mucho, así lo aprovecha con sus delanteros..."
Hay clima de clásico, se nota. Ahora, de candidatos ni hablar...
"No me parece que Brasil sea el favorito", expresará Luxemburgo. Quizá recuerde que en el Mundial Sub 20 de Malasia, en 1997, la Argentina eliminó a un Brasil que venía de destrozar por 10 a 0 a Bélgica.
Ni favoritismos, entonces, ni tácticas develadas ni jugadores por temer: "Si digo lo que pienso, usted lo escribe y ellos -por los argentinos- se enteran".
Es vivo Luxemburgo. Por ahora no entra, no se pisa, no se delata. Esconde. Se le comenta que algunos argentinos dijeron que quieren darles la vuelta en la cara a los brasileños, por ejemplo. El sale limpito: "Yo también... Yo también quiero dar la vuelta. Y Chile. Y Uruguay. Todos queremos ganar".
Es como un pacto de paz. Por ahora, no hay agresiones, no se apuesta fuerte, no se ingresa en el campo dialéctico. Pero el ambiente ya vibra. Y el motivo es claro: se viene el superclásico Argentina-Brasil.