Jonatan Castellano: la victoria tan esperada
En una carrera especial, por ser la más veloz del año y por los festejos del Bicentenario, el hijo del ex campeón Oscar se impuso por primera vez tras 69 carreras
Por Roberto Berasategui
Enviado especial
RAFAELA.- Dos chicas de una productora, que ayer vivieron por primera vez una carrera de Turismo Carretera, quedaron sorprendidas. En un ambiente tan especial, donde la valentía por la velocidad se expone al máximo en el autódromo más veloz del país, se miraron cuando en la conferencia de prensa Jonatan Castellano, el flamante vencedor, afirmaba: "Amo a mi papá. Todo se lo debo a él". Ante una frase que para muchos cuesta pronunciarla, el chico de Lobería no se amilanó.
A cinco metros escuchaba atentamente a su hijo Oscar, el que escribió gran parte de la historia, rica por cierto, del TC. El "Pincho", el que alzó en tres oportunidades la corona, el que protagonizó la rivalidad más acentuada con Roberto Mouras, se emocionaba con la frase de su hijo. Jonatan dejó de ser un portador de apellido . Esperó 69 carreras para celebrar su primera victoria en la categoría más popular del país.
Sonreía el piloto de 25 años, el que en tres oportunidades estuvo a punto de ganar y al que por diversas situaciones se le escapó por poco. "La mochila se ponía cada vez más pesada", confesó el nuevo vencedor. Como lo hacía su padre, la Dodge luce naranja, el color con el que "Pincho" se identificó en el automovilismo.
"Esto es especial. Porque Rafaela tiene un significado especial para el automovilismo y fundamentalmente porque es parte de los festejos por el Bicentenario. Me imagino largando adelante en la caravana histórica del martes en Buenos Aires", acentuó el piloto.
Mamó el deporte motor desde chiquito. Aunque en la adolescencia padeció una altura poco favorable para la actividad. "Y sí, con 1m94 no me podía acomodar en los kartings, ni en los autos de fórmula y hasta en el TC", admite Jonatan, que no eligió correr con Dodge por el pasado glorioso de su padre con la marca, sino por una invitación de Rubén Salerno (el padre de Eugenio, el chico que se accidentó hace una semana en La Plata, en el TC Mouras).
"De chiquito yo era hincha de Mouras, pero mi papá no me dijo nunca nada. Aunque lo que me quedó grabado fue el día que se retiró mi papá, cuando la gente le gritaba «el Pincho no se va, el Pincho no se va» . Fue impactante para mí", reconoce Jonatan.
Ganó una carrera impecable. Le arrebató el primer puesto a Gabriel Ponce de León y ratificó el dominio que mantuvo durante todo el fin de semana, ya que fue el más veloz tanto en los ensayos como en las clasificaciones. Detrás de él, muchas maniobras, la mayoría imponentes por el ritmo vertiginoso (el Falcon de Mathías Nolesi alcanzó los 281 km/h de velocidad final), aunque Castellano continuaba imperturbable. Al menos eso parecía desde afuera.
"Perdí dos carreras en Buenos Aires, cuando marchaba primero, en la vuelta 17. Claro que cuando llegué a ese giro fue clave. Sabía que si pasaba eso podía ganar. Y así fue", reconoció Jonatan, que en la conferencia se puso una capelina arriba del gorrito como "una de las tantas promesas que tengo".
Con la mira puesta en el campeonato, Gabriel Ponce de León la luchó, cayó hasta el quinto puesto y recuperó terreno, hasta llegar segundo y así mantenerse primero en el campeonato, aunque aún no logró un triunfo en la temporada actual. El tercer lugar lo celebró Mariano Altuna, aunque un toque con Tomás Urretavizcaya (el hijo del piloto Roberto marchaba segundo), derivó en una sanción de 7 segundos, que lo retrasó al 9°lugar. El último escalón del podio lo heredó Christian Ledesma, quien también se destacó con maniobras por demás ajustadas en los ingresos en las chicanas.
Otro ganador ingresa en la lista de vencedores del Turismo Carretera. Aunque el apellido Castellano esté grabado en la historia de la categoría, esta vez Jonatan inscribió su sello, el que heredó de su padre, al que tanto ama.
Minutos previos a la largada de la final, comenzó a lloviznar. La mitad de los participantes (todos del fondo) entraron a los boxes para cambiar los neumáticos por los acanalados. Finalmente, el agua no cayó (salvo algunas gotas en las últimas tres vueltas) y nuevamente se debieron cambiar por las gomas lisas o "slicks".
LA NACION