Una definición anticipada. Un hito: Ponce de León, el campeón más joven del TC 2000
A los 22 años, el piloto de Junín se consagró en Alta Gracia con un Ford Escort; llegó cuarto y se impuso Norberto Fontana
ALTA GRACIA, Córdoba.- Nilda apretaba con fuerza las medallitas. No las soltaba siquiera para secarse las lágrimas. El Ford Escort rugía en la pista y la emoción crecía vuelta tras vuelta. La madre, orgullosa, desde la terraza de boxes seguía atentamente a su hijo -"el nene", para ella-, que con su andar firme y sereno, aunque parezca una contradicción en el mundo de la velocidad, hizo historia en el automovilismo argentino.
Gabriel Ponce de León ganó el título del Turismo Competición 2000 y se convirtió en el campeón más joven de la categoría, con apenas 22 años. "Tengo tres medallitas -cuenta emocionada Nilda-; dos son de la Medalla Milagrosa y una de la Rosa Mística. Hace diez años que me aompañan a todas las carreras y siempre me ayudaron con Gabriel. Desde que arrancó en el automovilismo sólo falté a dos competencias, en la Fórmula Renault. Por eso les prometí que cuando el nene saliera campeón, las iba a llevar a Tanti. Ahora veremos cuándo vamos a cumplir con la promesa. Ya están gastadas de tanto tenerlas, ¿ves? Mirá".
El Ford número 3 estacionó al lado del podio y muchos brazos sacaron a Ponce de Léon y lo subieron al techo; enseguida retumbó el clásico "dale campeón..." y en andas lo llevaron a la escalinata del podio. Allí lo recibieron el ganador de la penúltima fecha de la temporada, Norberto Fontana, y su compañero en Toyota, Juan María Traverso, el gran ídolo de Ponce de León; fue justamente Traverso el primero en extenderle la mano al chico de Junín que había llegado cuarto; la misma mano que hace diez años lo tomó del hombro para sacarse una foto en una carrera en Nueve de Julio y que Gabriel aún hoy conserva como el mejor de los tesoros.
Traverso se quitó la corona de laureles y se la obsequió, le levantó la mano y pidió al público que lo vivara aún más; el mismo público que en medio del afecto incontrolable le destruyó la corona a Ponce, que otra vez fue llevado en andas. Un fiel seguidor, el periodista de Junín Claudio Rafael, juntó parte de los laureles y se los regaló a Nilda. "Esto lo guardo para siempre", le agradeció la madre.
En medio de los festejos, el flamante campeón se mostró sereno. "Yo hice mi carrera. Por la radio me informaban cómo iba Walter Hernández, pero confiaba en mi desempeño. El auto iba firme y sabía que era posible mantener un ritmo parejo. Cuando Walter abandonó a cinco vueltas del final me lo informaron por la radio. Yo iba tan concentrado que no había visto dónde estaba detenido su coche. Supongo que con el tiempo me daré cuenta de este logro", contó Ponce de León.
Las emociones se multiplicaron en el autódromo Oscar Cabalén, donde sobresalieron -en medio de tanta alegría- más de 200 fanáticos que llegaron aquí desde Junín para estar cerca del hijo mimado; justamente Junín es uno de las tantos lugares del país que sufren los inundaciones. "Espero que esto sirva al menos para darles un poco de alegría a nuestros pagos", confesó Roberto, el padre de Gabriel.
Seis combis, un ómnibus y muchos autos particulares trasladaron a los hinchas de Ponce de León desde Junín; los 30 pesos de ida y vuelta más los diez de alojamiento por noche en dos hoteles de Villa Carlos Paz, cuyos dueños son oriundos de la ciudad bonaerense, fueron los costos para tanta pasión y orgullo.
Como en los comienzos, la familia Ponce de León celebró sin estridencias en el ómnibus que los traslada desde siempre; ahora en TC 2000; antes, en el karting. Mamá Nilda, papá Roberto (Pity) y sus hermanos se abrazaron. Hasta las medallitas, quizá más gastadas que en aquellas carreras zonales, acompañaron a Gabriel, que desde ahora ocupa un lugar privilegiado en el rico historial del automovilismo nacional.
lanacionar