Urrutia, emblema de una actividad que ya es historia
El serpenteante camino que se contornea junto con las costas del Pacífico une a Lima con Tumbes. Era el 29 de octubre de 1948 y América del Sur se transformaba en un gigantesco circuito que albergaba el entusiasmo de un grupo de valientes, bohemios, raudos. Apasionados. Los grandes ídolos se medían en el Gran Premio Vuelta a la América del Sur, conocido popularmente como la Buenos Aires-Caracas.
No había transmisiones televisivas. Nadie podía estudiar los registros al instante, en una era en la que Internet ni siquiera se soñaba. Las historias se escribían como se escribieron las grandes historias: con el paciente relato de escribas que inmortalizaban el paso de las figuras que resultaban inalcanzables para el resto de los mortales, quienes los seguían a través de las crónicas de los diarios, las páginas de las revistas o los relatos radiales que estaban a la altura de aquellas epopeyas deportivas.
Uno de los competidores era Juan Manuel Fangio. No pudo demostrar sus habilidades en toda la carrera. En una de esas curvas, un auto ingobernable marcó una pirueta que fue fatal para quien acompañaba al inolvidable "Chueco". Daniel Urrutia perdió la vida, pese al abrazo paternal y cariñoso de Eusebio Marcilla, el "Caballero del Camino", que abandonó la carrera para asistir al rival.
Gestos que no envejecen; al contrario: toman mayor valor, en tiempos en los que se debate si es necesario continuar una competencia cuando se produce algún accidente mortal.
América toda se enteró del destino de Urrutia, un amigo de Fangio y trabajador. Pese a la nula televisación, a la falta de Internet, su muerte fue tan significativa para los amantes de la velocidad que cada 29 de octubre se conmemora el Día del Acompañante y Copiloto del Automovilismo Deportivo Argentino.
Mecánicos, reparadores a bordo, receptores de información (con los famosos aros que adquirían con el brazo saliendo por la ventanilla), verdaderos asistentes de las grandes figuras del automovilismo.
El Turismo Carretera decidió en un frío atardecer de mayo eliminar a los copilotos, acompañantes de estos 70 años de vida de la categoría. Desde mañana, en Paraná, las butacas derechas brillarán por su ausencia en las máquinas de la popular categoría. La modernización y la exclusividad de los autódromos en las competencias minimizó hasta la nulidad el trabajo de los copilotos arriba de los autos. Se resolvió ante el imperioso empuje que motivó las tragedias en las pistas. Enhorabuena.
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