Cómo medió Michael Jordan para que LeBron James no forzara la cancelación de la NBA
Severamente criticado a comienzos de año por el perfil que la serie El último baile trazó sobre él, en la cual se lo veía como marcadamente egoísta, Michael Jordan ahora tuvo una intervención importante para que la NBA y sus protagonistas lograran un acuerdo y se salvara la temporada. Retirado de las canchas hace 17 años, el hexacampeón aún mantiene influencia en el básquetbol más poderoso del mundo. Y no sólo por ser dueño de Charlotte Hornets, una franquicia que, ciertamente, es de las más débiles de la liga estadounidense.
Jordan tiene una función en la National Basketball Association: es el presidente del Comité de Relaciones Laborales. Y ese cuerpo está quizás más requerido que nunca en este tiempo de burbuja en Disney y de jugadores que se rebelan, no contra la organización en sí sino contra el racismo y la violencia policial, pero exigiendo a la NBA que se implique y que se haga cargo activamente de sus demandas sociales rayanas en lo político. Algo que, por cierto, Jordan nunca había hecho en su trayectoria. Y que de hecho se le achacaba: ser un líder deportivo mundial despreocupado de las causas de los débiles.
En este caso, el ex número 23 tomó cartas en el asunto. No para alzar la voz en pos de la equiparación racial y del cambio nacional que los jugadores reclaman a gritos, sí para mediar entre ellos y la directiva, que aunque los acompañó en sus demandas no quiere verse perjudicada en sus ingresos. La intención inicial de los basquetbolistas en las reuniones de esta semana era cancelar los playoffs, que están en marcha, a punto de concluir la rueda de octavos de final.
"Ahora, escuchar es mejor que hablar", manifestó, según el diario El País, de España, Jordan a los deportistas, furiosos en estos días por el ataque a balazos de un efectivo contra el ciudadano negro Jacob Blake en Wisconsin. Y los jugadores escucharon. Escucharon que los propietarios de las franquicias, sus patrones, estaban junto a ellos en la causa, pero también querían continuar el torneo. Y escucharon que era importante, naturalmente, para la NBA seguir la actividad hasta coronar un campeón.
Los basquetbolistas están nucleados en la NBPA, que tiene por presidente a Chris Paul, base de Oklahoma City Thunder. Amigo de Jordan, al igual que otra figura de la liga, Russell Westbrook, armador de Houston Rockets. M. J. aprovechó esos intercomunicadores e hizo llegar claro el mensaje: la otra parte, la que paga los sueldos, tenía algo por decir. En tono amable, pero firme.
¿Que podía pasar? Que los basquetbolistas perdieran entre 25% y 30% de sus salarios. No reanudar el certamen podía implicar un conflicto en el cual la liga diera por insatisfecho el acuerdo de renegociación colectiva y bloqueara el accionar de los jugadores hasta un nuevo entendimiento firmado, posiblemente a la baja en los ingresos de las estrellas del deporte. Después de todo, dejar a medias una competencia para la cual la NBA había invertido más de 150.000.000 de dólares en la famosa burbuja de Disney no parecía justo. Entre Chris Paul y Michele Robert, directora ejecutiva de la NBPA, lo hicieron entender a los sindicalizados.
No parecía nada claro el final feliz cuando, liderado por LeBron James, que abandonó enojado y anticipadamente la primera reunión, el plantel de Los Angeles Lakers, como el de su conciudadano Clippers, votó por dar por concluida la vapuleada temporada 2019/2020. Con el diálogo y con las inconvenientes consecuencias puestas sobre la mesa, el pensamiento de James y compañía cambió en el segundo encuentro del jueves. Ergo, luego de tres días de suspensión, este sábado se reiniciará la actividad.
De todos modos, los basquetbolistas no se fueron con las manos vacías. Consiguieron que la organización, que ya se había plegado a su objetivo social con varias medidas en las canchas, las camisetas y las redes sociales, ahora se comprometiera a presionar por reformas en la policía y en la justicia penal, a hacer de las instalaciones de las franquicias lugares de votación para la elección nacional del 3 de noviembre y a cooperar junto a los auspiciantes en la elaboración de anuncios publicitarios destinados a fomentar la participación en el sufragio.
Hasta ahora, los jugadores sienten que no está llegando su mensaje, que no hace suficiente ruido lo que pregonan en el confinamiento cercano a Orlando. Suben la apuesta y encuentran un techo, pero se las arreglan para amplificar sus altavoces. Michael Jordan puso un freno a su torrente de ira, no desde el lado del mostrador de la inquietud social, sino como mediador para evitar problemas económicos. Ya fuera del parquet, sigue jugando en la NBA y resolviendo partidos difíciles, aunque no en el equipo en el que muchos querrían verlo.
Más leídas de Deportes
"Estoy aprendiendo". Messi dio una entrevista en Arabia Saudita: desde el nuevo deporte que le gusta hasta la fecha de su retiro
"Buscaba cosas malas". La figura de Brasil que provocaba a la selección argentina tocó fondo y encontró una solución
Indiscutible. Ángel Di María, el sexto nombre en el Olimpo histórico de la selección argentina