Opinión. La lección del público cordobés
Orden, educación, disciplina, dignidad, vergüenza deportiva. Varios calificativos similares podrían utilizarse para distinguir el ejemplar comportamiento de las casi 20.000 personas que colmaron el Orfeo cordobés, en las dos primeras noches de la final. Alentaron, gritaron, sufrieron y terminaron aplaudiendo a los jugadores locales aún en la derrota. Los insultos y abucheos a los rivales, especialmente al odiado Román González; los intentos por presionar a los árbitros, como los contrapuntos picantes con los 300 fanáticos marplatenses, lejos de incentivar algún disturbio en un escenario tan seguro, sirvieron para darle color y temperatura a dos noche excepcionales.
Después de disfrutar de semejante fiesta, es inevitable pensar en cuál será el comportamiento de la gente de Peñarol y de su barra brava, si es que los dirigentes le permiten el acceso al Polideportivo. Por culpa de ellos, el Milrrayitas no fue N° 1 de la serie regular. Hay que recordar que en los playoffs no existe la quita de puntos; si los hinchas locales generan algún incidente, Peñarol directamente perderá el partido. No querrán perjudicar a su equipo otra vez, suponemos. Ojalá imiten la buena educación de los cordobeses.
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