¿Un señor de cuatro décadas al All-Star? Una locura... linda
Manu sigue teniendo su típica inteligencia táctica suprema; a los 40 años, le cuadraría el Juego de las Estrellas
“Y ahora hay gente que quiere que esté en el Juego de las Estrellas. ¡Están locos! Es incomprensible”. Bien lo afirmó el propio Manu Ginóbili hace cinco días en estas páginas. ¿Cómo habría de protagonizar ese partido un tipo de 40 años que está más lento y que, ya por naturaleza, nunca fue superatlético? Un jugador que en dos temporadas seguidas hizo una competencia anual con un compañero (Boris Diaw) para ver quién hacía más volcadas, porque ambos estaban flojos en el rubro. Y el All-Star Game es principalmente eso. Volcadas brutales. Alley-oops. Muy poca defensa. Mucho lucimiento individual. ¿Qué tiene que ver el 20 de San Antonio Spurs con todo eso?
Tiene 40 años, sí. Y eso es una rareza en este nivel, claro. ¿Alcanza la peculiaridad de ser un “grandpa” para estar en la exhibición de la elite de la elite del básquetbol mundial? Es cierto que, más lento y todo, ahora penetra más hacia el aro y, por algún motivo, los rivales no logran detener sus bandejas, como esa volada que anteanoche, en el tan neoyorquino como legendario Madison Square Garden, generó otra ovación de los hinchas argentinos, siempre numerosos allí. ¿Es suficiente?
Como publicó en LA NACION el bahiense, se le celebra todo por su insólita edad. Lógico. El “jugo de abuelo” (“grandpa juice”) parece dar resultado: en esta temporada juega más minutos, puntúa más, ha definido un par de partidos cerrados en el cierre. “Manu gonna Manu”, repiten y exhiben en carteles en el AT&T Center, como diciendo que Manu va a “manuar”, a hacer algo propio de él.
Sigue teniendo su típica inteligencia táctica suprema, que ante marca extrema lo hace ver compañeros bien ubicados que el espectador ni siquiera ha notado. La viveza y la concentración permanente están intactas. Los pases imposibles, casi de globetrotter, continúan ahí, vivos y coleando. Su carisma crece: es mucho más consumible una entrevista televisiva con él que una con un monocorde colega que sólo quiere irse de ahí.
Alguna vez cazó un murciélago en una pausa de un partido. Otro día jugó unos segundos con una zapatilla desfondada. Anteayer quiso hacer un alley-oop y conectó un triple que ninguno de los tres jueces percibió hasta que el reclamo los despabiló. Y muchas veces despierta lo que casi nunca pasa en la NBA: aclamaciones a un jugador en particular por su nombre o su apodo. ¿No es también espectáculo todo eso?
Pensándolo bien... Parece loco e incomprensible, pero Ginóbili le cuadraría muy bien a este Juego de las Estrellas. A los 40, sí.
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