Tenis. Bienvenida
Unquillo tuvo su fiesta con David Nalbandian
CORDOBA.- Había que verle la cara a David Nalbandian cuando llegó al aeropuerto y se encontró con su hermano Darío. El escenario mostraba un puñado de periodistas, otros tantos camarógrafos, un montón de familiares y mucha, mucha gente que, entre sorprendida y azorada, miraba cómo los hermanos se estrechaban en un prolongado abrazo y se contaban, entre susurros, las últimas novedades.
David, el último eslabón de la familia Nalbandian, integrada por los papás, Alda y Norberto, y Javier como hermano mayor, hacía una semana que ya quería estar en Córdoba, en Unquillo, su pago chico, para contarles vaya a saber cuántas cosas que, lejos de diluirse, burbujearon incesantes en su corazón inquieto.
No fue sencillo para él, a los 16 años, ganar el Abierto de tenis de los Estados Unidos en la categoría junior y no tener a sus afectos bien cerca para disfrutar de ese momento sublime. Ese inolvidable 13 de septiembre, en Nueva York, David compartió la gloria con su entrenador, Leonardo Lerda, y a su compañero de aventuras tenísticas, Guillermo Coria.
-¿Sos consciente de lo que has creado a tu alrededor?
-No, todavía no. Me habían dicho que fue muy grande el impacto en la gente, pero allá fue mucho más tranquilo; al día siguiente de ganar en Nueva York, me levanté a las 8 y viajé a Nueva Orleans a jugar en otro torneo, como si nada...
-¿También evaluaste que fuiste el primer tenista masculino en conquistar el título de esa categoría?
-Antes de la final, alguien me había dicho que si ganaba el torneo iba a quedar en la historia del tenis argentino. Yo no le di mucha importancia; sólo traté de concentrarme, descansar y preparme bien para ese partido.
La fiesta, en casa
Una hora en el aeropuerto hablando con los cronistas, recordando sus vivencias y agradeciendo a la Asociación Argentina de Tenis. Después, sí, la caravana que enfiló para Unquillo, su ciudad. Un par de kilómetros antes de llegar cambió de vehículo, se subió en una camioneta de los bomberos, mientras un motociclista improvisó un mástil con una caña para que la bandera argentina no faltara en la recorrida.
A unas cuantas cuadras de su casa, a otros tantos cientos de metros de su querido Unquillo Tenis Club y cada centímetro que consumió el trayecto, David recibió el aplauso de su gente, le tiró un beso a su abuela Alda, abrazó a muchos de sus ex compañeros de estudios, y en el mismo frente de la municipalidad, el regalo de su pueblo natal, que le entregó el intendente Jorge Fabrizin.
-¿Ahora vas a descansar?
-¡Sííí! Me hace falta. Por lo menos una semana.
-¿Y tus próximos pasos?
-Estaré el fin de semana en Buenos Aires para una conferencia de prensa, aprovechando el partido con Eslovaquia por la Copa Davis y es muy posible que, después, participe en un torneo de juveniles en Japón.
-¿Jugarás algún torneo de profesionales?
-No sé, tal vez. No me quiero apurar. Es posible que en el corto plazo actúe con los profesionales, pero no es conveniente apresurarme. Quiero ir paso a paso. Sé que lo que gané es importante, aunque eso no quiere decir que tenga garantizado el éxito en la alta competencia.
Bajo una lupa muy familiar
CORDOBA.- David Pablo Nalbandian nació el 1° de enero de 1982 y sólo tuvo que seguir los pasos de sus hermanos Javier y Darío para conocer, de a poco, los rudimentos del tenis. Y es el propio Darío el que rescata sus valores deportivos más salientes: "David tiene un carácter fuerte, mucha personalidad dentro de la cancha. Y cuando se enchufa es muy difícil seguirlo. En el plano técnico tiene una variedad de golpes muy amplia, aunque se podría destacar el revés de dos manos".
David es hincha de River. Y como sucede con muchos cordobeses del interior, la simpatía por los grandes de Buenos Aires excluye a los clubes más importantes de Córdoba capital. "No, de acá no soy hincha de nadie", reconoce.
Le dicen Hilacha y su madre lo explica: "El apodo se lo puso el padre cuando era chico, porque siempre estaba desaliñado; nunca le importó cómo le quedaba la ropa".