El torneo Apertura. Boca pisa fuerte cuando aparece la fórmula del gol
Guillermo y Palermo fueron decisivos en la victoria sobre Belgrano por 4 a 2
CORDOBA.- Agónico. De ida y vuelta. Estaba 2 a 0 arriba y se esperaba, de contra, la goleada de Boca. Pero llegó el empate de Belgrano. Letal. Estaba 2 a 2, comenzaba a desdibujarse y se esperaba lo peor, pero entre Guillermo Barros Schelotto y Palermo lo pusieron 4 a 2 en menos de cinco minutos. Sobre el final. Y provocó el delirio de su gente y el grito de desahogo de Carlos Bianchi y de todo el banco de Boca. Cuando el horizonte se oscurecía, salió el sol para La Boca.
Boca tiene la punta, pero le costó más de la cuenta mantenerla. En un partido caliente, por emoción, llegadas y cambios en el ritmo del juego. Con sabor a clásico. En el arranque, Palermo tuvo el gol de cabeza a los dos minutos, pero Sosa evitó el tanto sobre la línea del arco de Ragg. De esa jugada nació un contraataque de Belgrano que pudo cambiar el destino del partido si Córdoba no le tapa un mano a mano a Carnero. Pegaba uno, lastimaba el otro.
De todas formas, en el reparto, fue Belgrano quien comenzó manejando mejor la pelota. Porque Villarreal y Avalos, que formaron un rombo en la mitad de la cancha con Ruffini y Sosa se hacían fuerte en la línea de volantes. Porque el balón no le llegaba a Riquelme y hasta Palermo y Guillermo tuvieron que retroceder unos metros para adueñarse de la pelota. La defensa de Boca la pasó mal. Pero Córdoba, pese a los goles que recibió, volvió a aproximarse a la imagen de aquel arquero confiado y seguro que dominaba el área, allá por el Apertura 97.
Sólo a partir de los 23 empezó a mejorar el mediocampo del conjunto de Bianchi. Creció Navas por la izquierda, Riquelme comenzó a tener contacto con la pelota y Cagna se asociaba con Ibarra por la derecha. Pero eran sólo pasajes. Belgrano tuvo otra situación clara: fue a los 30 minutos, cuando Enría dejó mano a mano a Carnero y otra vez el delantero se demoró en definir. Pero Boca iba. Como podía, con más garra que fútbol, pero iba. Y consiguió la apertura con un cabezazo de Ortiz, después de un tiro libre de Riquelme.
Las cosas a Boca comenzaban a facilitarse. Inclusive más, cuando a los 30 segundos del segundo período apareció la fórmula del gol: centro de Guillermo para el gol de cabeza de Palermo. Parecía todo definido, pero...
Entró Artime y complicó. Se enchufó Sosa y complicó. Se conectó Enría y complicó. Y fueron demasiadas complicaciones para Boca. Córdoba salvó en dos veces su arco -una con una gran reacción a los 13, que se recuperó y ganó una pelota en la línea de su arco, pero más tarde, en cinco minutos, de los 28 a los 33, Belgrano le empató el partido.
Boca no entendía nada. Otra vez debía empezar de cero. Y así como no se dio cuenta de que estaba 2 a 0 arriba y se descuidó, sacó coraje desde el alma de Guillermo para conseguir una victoria agónica a cuatro minutos del final. Y el mellizo se lo merecía. Con Belgrano regalado, hubo tiempo para el cuarto ya en el descuento, de la mano de Palermo, después de una jugada de Cagna.
Boca todavía debe encontrar más regularidad. Aunque dé ventajas en el fondo, el medio cumple y arriba es letal. Ayer, Guillermo Barros Schelotto y Palermo, los socios del gol, volvieron a darle una victoria a Boca. Los dos muestran su carnet cuando Bianchi más los necesita.
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