Cámpora, un maestro
En 1978, con 21 años, armó su valija -con más sueños que otra cosa- y se fue a Groninga, Holanda, donde participó sin mucha suerte en el campeonato mundial juvenil de ajedrez; veinte años después de alejarse de San Nicolás, el gran maestro Daniel Cámpora, con el título secundario de técnico electromecánico guardado en un cajón, se luce en Europa.
"Me atrapó aquella experiencia en Holanda. Cuando conocí Europa, enseguida advertí las diferencias y las posiblidades ciertas de vivir del ajedrez en estas tierras". Así, sin medias vueltas, Cámpora abrió la conversación telefónica con La Nacion, desde Sevilla, tras el regreso triunfal de la ciudad de Villa de Coria, anteayer se adjudicó el abierto de ajedrez.
-Otro torneo más y van...
-Uy... ya perdí la cuenta, afortunadamente; este año jugué tres: el Abierto de Sevilla, en el que finalicé segundo; el de Málaga, en el que me caí en las últimas ruedas, y ahora éste, que lo gano por segundo año consecutivo.
-¿ Por qué fue España el destino definitivo?
- Durante la década del ochenta viajé seguido a Europa. Recogí una gran experiencia jugando con rivales muy exigentes. Los resultados llegaron con las conquistas de los campeonatos argentinos en 1986 y 1989. Pero en España decidí enrocarme, formar un castillo, un hogar junto con Teresa, mi compañera, la más valiosa dama fuera de un tablero.
Hace ya doce años disfrutamos de Danielito, nuestro hijo, que hoy es la luz de mis ojos. Ella siempre me alentó para que siguiera en lo mío. Hoy tenemos nuestra casa. Vivimos bien con lo que ganó con el ajedrez y nos arreglamos. Mi esposa es radióloga y tenemos un ingreso extra.
-Con ese mensaje, los ajedrecistas argentinos van a querer viajar de inmediato...
-Es la verdad. Ahora las cosas son más fáciles, hay más competencias. Los clubes te contratan para que los representes y hay grandes posibilidades de trabajo en la enseñanza.
Cámpora, de 41 años, fue convocado por el Club Las Palmas para el próximo campeonato español por equipos; también la Federación española lo contrató como entrenador de juveniles.
"Además de jugar, lo mío ahora pasa por el trabajo con los más chicos". Ahora, Campora ya está en pleno trabajo para la creación de una academia de enseñanza en Sevilla con la colaboración de la Federación española. Maestro al fin.
Una ayuda extra
Danielito Cámpora, de 12 años, hijo único de Daniel y Teresa, es un aplicado alumno en edad escolar. En junio próximo accederá al primer año y pasará al 5º grado en el Conservatorio Nacional de Sevilla. Allí su aprendizaje transita por las blancas y negras teclas de un piano.
Aunque papá Cámpora exhibe un hablar firme en sus ideas y sus convicciones, como a la hora del juego, su voz, orgullosa, no esconde la satisfacción cuando el tema es su hijo.
"A los 9 años él quería estudiar piano en el conservatorio pero la edad límite para la inscripción era de 8. Gracias a algunas recomendaciones conseguí, como excepción, que le tomaran un examen para el ingreso. Fue un test con pruebas intuitivas sobre sonidos. El debía repetir los sonidos, las notas, que un profesor ejecutaba sobre los distintos instrumentos".
"Todo sabemos -siguió- de las virtudes mentales que se desarrollan con la práctica del ajedrez, entre ellas la de los reflejos; justamente esto fue una ayuda extra para Danielito, que es un muy buen jugador; en el momento de dar el examen sus reflejos fueron excelentes y la alta puntuación alcanzada le permitió ingresar en el curso aunque tuviera un año más", cuenta Cámpora, con satisfacción. Danielito que aprobó en un año el 2º y el 3º, ya esta a punto de empezar el 5º en el Conservatorio.