Chapaleufú ya sabe lo que da
Jugó su mejor partido del año, batió por 16-9 a La Dolfina y obtuvo la Zona B; brillaron Bautista Heguy y Aguerre
Pueden puntualizarse muchas cosas después de lo visto ayer en Palermo, con el claro triunfo de Indios Chapaleufú (Marlboro) sobre La Dolfina por 16-9, que le valió a aquél obtener la Zona B del 108° Campeonato Argentino Abierto Movicom Bellsouth de polo y la Copa Diario LA NACION . Y todas tienen su relevancia. A saber:
- Que todavía es posible jugar un polo abierto respetando el espectáculo, potenciado luego de la grosera batalla librada anteayer entre Ellerstina y Chapaleufú II. No es usual que ocho chukkers consuman sólo 1h45m de juego y que apenas se cometan 17 foules; mucho menos que en algún chukker se disputen 5 minutos de corrido, sin cortes.
- Que si existe buena predisposición de los protagonistas, los referís pueden pasar inadvertidos, con todo lo que ello significa.
- Que no es real una diferencia de siete goles entre Chapaleufú y La Dolfina, pero sí hubo un marcado desnivel entre la producción de uno y otro.
- Que el que muestra mayor actitud desde el arranque, siente el partido de una manera diferente y es lógico que se imponga sobre el que no lo toma como una razón crucial.
- Que si bien se dieron los resultados que pocos imaginaban en las definiciones de zona, las semifinales serán las que todos tenían en mente.
Entonces, el sábado próximo, Ellerstina (1° de la Zona A) se cruzará con La Dolfina (2° de la B); el domingo, Chapaleufú (1° de la B) jugará el clásico de los Heguy ante Chapaleufú II (2° en la A).
Frío como la tarde. Así estuvo La Dolfina, salvo en el quinto chukker, cuando se puso a un gol (8-9), y con un solo fogonero visible que, además, dispuso de un taqueo acorde con las exigencias: Castagnola. Los Merlos sintieron la falta de ritmo (entre inactividad y sus sanciones), y Cambiaso, dentro de este polo de cuatro que despliega el equipo y que hasta aquí parecía inexpugnable, no incidió como acostumbra. ¿Una rareza? Ayer hizo sólo 3 goles (todos penales), y en el torneo lleva 7 en dos partidos, con 6 ejecuciones. Es cierto, aunque no lo parezca: señaló un tanto de jugada, ante El Paraíso. Fue, en los dos años y con la formación completa, la derrota más amplia de La Dolfina.
Chapaleufú resultó la antítesis y por eso triunfó claramente. No pensó ni en tarjetas amarillas, ni en lesiones ni en cuidar caballos. Acaso, también, porque necesitaba un partido test para saber qué es lo que puede dar; llegar a una semifinal de Palermo, en una temporada tan discontinua, desconociendo cuál es su techo, hubiera sido contraproducente.
Con un bache en el medio (5° parcial) que no empalideció su actuación, Chapaleufú se alistó de forma inmejorable para el choque familiar, con una tarea colectiva estupenda. Tanto que hasta controló con comodidad su debilidad: los throw-in.
Brilló Bautista Heguy , en su mejor desempeño en muchos años; definiendo, con asistencias a sus compañeros, más un símbolo de lo que fue su juego: se cansó de pegar backhanders ganadores, de esos con destino seguro y de los que nacen acciones de gol. Y con aquel demoledor Aguerre de los albores de Ellerstina: luchador, veloz, hábil para ganar la espalda rival, contundente frente a los mimbres. Con el manual del N° 2.
Chapaleufú comprobó que puede jugar muy bien, no obstante los cambios que experimentó. La Dolfina sabe que puede jugar muy bien, mucho mejor, y le restó dramatismo a la derrota. La verdad asomará en menos de una semana. Las semifinales no dan una segunda oportunidad.
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