Grupo A | Todo un país feliz. Con un intenso jolgorio, Berlín fue la contracara de la violencia
El éxito ante Polonia desató una locura en la capital alemana, que estuvo de fiesta durante toda la madrugada
BERLIN.- El tren ICE de alta velocidad, esa maravilla en la que viajaba de regreso a Berlín, estaba por llegar a la estación central de la capital; eran casi las once de la noche y algunos pasajeros entrecruzaban miradas un poco nerviosas. De pronto, la voz de los parlantes se distrajo de los anuncios rutinarios sobre horas, estaciones y combinaciones. "Alemania ha anotado un gol en Dortmund. Le está ganando a Polonia 1 a 0", propaló. Los gritos de júbilo se extendieron de una punta a la otra de ese tubo lujoso y se repitieron segundos después, cuando la misma voz anunció el final del partido.
La anécdota fue una suerte de prólogo a lo que este cronista encontraría poco después, en el arribo a la Lehrter Bahnhof, la modernísima terminal ferroviaria berlinesa inaugurada hace un par de meses: un clima de jolgorio tan intenso que a cualquier recién llegado pudo haberle parecido un cuento chino la fama de frialdad que pesa sobre los alemanes.
Se hizo obligatorio seguir la huella de la fiesta, que ganaba calor y color en la conexión con la estación Friedrichstrasse, otro foco todavía más ruidoso del festejo. La cuestión era aproximarse al corazón del encuentro, la Puerta de Brandeburgo y sus adyacencias, empezando por la avenida Unter den Linden, lujosa vía que conduce al monumento histórico y que a esa hora era un hormiguero feliz.
Para quienes conservan el recuerdo, fue algo parecido a lo que ocurría en las calles de Buenos Aires después de cada partido de la selección en el Mundial del 78. La diferencia es que en la fiesta berlinesa de anteanoche convivían nacionalidades varias, mezcladas sin antagonismos y en sintonía con la misma onda: a la lógica mayoría de alemanes se le sumaban suecos -recién venidos a la capital para ver el partido de ayer con Paraguay-, brasileños que quedaron aquí tras el debut del scratch y españoles felices por la goleada ante Ucrania.
Vi a muchos polacos que se quitaron la amargura de la derrota sumergiéndose en una alegría ajena, pero absolutamente contagiosa. Lejos de la violencia que se desató en Dortmund, aquí la convivencia entre hinchas rivales no sólo fue pacífica: era una fiesta toparse con gente de camiseta diferente para cantar, sacarse fotos, bailar. Y tomar cerveza, lógicamente, que corrió como un río por la avenida 17 de Junio desde el escenario principal montado para las Fan Fest de todos los días hasta la Columna de la Victoria, una milla más allá.
El asfalto estaba tapizado por miles de vasos, globos alargados y papeles, huellas visibles de la concentración de cerca de 500.000 personas durante el partido entre alemanes y polacos, reproducido en varias pantallas gigantes. Mientras caminaban por ahí, los mellizos argentinos Jonathan y Damián Pfenning, de 24 años y que viven aquí desde hace uno, contaban lo que había pasado un rato antes: "Cuando Neuville hizo el gol esto fue un descontrol. La gente estaba sufriendo, y en ese momento hubo un estallido infernal".
En el acceso al lugar, en el puesto instalado justo debajo de la Puerta de Brandeburgo, los agentes de seguridad se multiplicaban para revisar los bolsos de cada persona que quería acceder a la 17 de Junio, pero el control, obviamente riguroso, también se hacía con sonrisas. La preocupación era evitar que se introdujeran botellas de vidrio. Lo más gratificante fue que jamás se sintió sensación de peligro mientras se recorría la zona, pese a que algunos voluntarios, ayer, contaban que hubo un par de tumultos inducidos por la borrachera.
Las mesas de los barcitos a lo largo de esas avenidas y en las riberas del río Spree también sirvieron para hospedar la felicidad hasta la madrugada. Muchos restaurantes cerraron la puerta más tarde de lo habitual, dado el súbito aumento de clientela potencial que sugería tanta gente en la calle. Ayer se supo que no sólo Berlín fue un foco de expectativa: 24 millones de personas siguieron por televisión el partido que en ese momento dejó a Alemania a un paso de los octavos de final. Hay que apostar que la mayoría de ellos se desahogó con algo parecido a lo que ayer tituló el diario Bild: "¡Gracias, gigante Neuville!"
500 mil personas salieron a las calles de Berlín a festejar el triunfo contra Polonia.