Dos símbolos del voleibol. Conte y Weber, en el final de sus carreras olímpicas
Por una cuestión cronológica, ninguno de los dos llegará a Atenas 2004, pero seguirán en el seleccionado
SYDNEY.- Un periodista italiano pide un aplauso para Hugo Néstor Conte. "Se retira", le cuenta al resto de la prensa. Hugo, que lleva puesta la camiseta italiana número 13 que le regaló Andrea Giani, toma el micrófono, se ríe e, inmediatamente, aclara: "Gracias por retirarme. Pero yo sólo dije que éste era mi último Juego Olímpico".
La sala de conferencias estalla. De risa, primero. En aplausos, después.
Y no es normal. No suelen darse estas situaciones en los mítines entre los protagonistas y la prensa.
La cuestión es que, a los 37 años, Hugo Conte acepta, finalmente, que no volverá a unos Juegos.
En la última fila de la sala está sentado Carlos Javier Weber. Mira a un costado. Con 34 años, confiesa lo mismo. Atenas 2004 tampoco lo verá a él.
Dos históricos dicen basta. Al olimpismo, al menos. Y lo hacen en un momento inolvidable, con un increíble cuarto puesto en el bolsillo y con el reconocimiento mundial sobre sus hombros.
Conte y Weber terminan así sus campañas olímpicas. Con una medalla de bronce en Seúl 88 y con un cuarto puesto en Sydney como hitos intocables. Con alegrías y tristezas. Con una derrota por 3 a 0 ante Italia que no invalida la maravillosa actuación de la Argentina aquí, en los Juegos del Nuevo Milenio.
"Te queda algo de bronca por no haber podido subir al podio, pero entendamos que para muchos ni siquiera íbamos a pasar la primera rueda. Vinimos a festejar un lugar entre los ocho primeros y terminamos cuartos. Es fantástico", resume Conte.
Weber está de acuerdo: "Dimos lo máximo que podíamos dar. No podríamos haber hecho más en este torneo. Es cierto que contra Italia, por el bronce, jugamos mal. Pero eso se debe a que entramos tensionados, pensando en la medalla. Y este equipo funciona bien sin presión".
Conte se suma a la idea de la medalla: "No queríamos pensar en eso, pero nos fue inevitable. Después de perder las semifinales con Rusia había muchos de los más chicos que estaban muy enojados. Ahí los más grandes les hablamos de lo que significaba pensar en una medalla, y bueno, después fue imposible no soñar. Porque siempre te quedaba otra posibilidad, pero acá ya no. Era este partido o nada. Y eso fue mucha presión".
Pasó Italia, se escapó la ilusión de la medalla, fueron ovacionados, se abrazaron entre ellos, recibieron las felicitaciones de todo el mundo del voleibol y dejaron el olimpismo para siempre. Al menos, como jugadores.
¿Y ahora?
Empieza Weber: "Yo tengo dos años más de contrato en Brasil, así que sigo. Pero no sé qué voy a hacer con el seleccionado. Mi objetivo era llegar bien a Sydney. El resto lo pensaré a la vuelta".
La leyenda de Conte también continuará: "A Atenas no llego, pero voy a seguir jugando al voleibol. Y no descarto el Mundial del 2002, que se hará en la Argentina. Mientras juegue, no renuncio a nada. Porque no tengo pensado jugar para dar lástima. Si lo hago va a ser en buen nivel".
Weber se siente importante para el último proceso del voleibol argentino.
"Sí, me siento así, importante. Pero ojo que el proceso recién empieza".
El problema -o, en todo caso, el dilema- es qué sucederá con los próximos pasos. "Hay que saber capitalizar esto", señala Javier.
Cómo, es el tema. "Lo más importante es que los dirigentes dejen de pelearse entre ellos y tiren todos para el mismo lado. Que luchen por el voleibol y no por cuestiones personales. Si no, jamás vamos a despegar. Es impresionante cómo la gente se levantaba a las 4 para vernos. Eso hay que aprovecharlo. Quiere decir que el voleibol convoca."
Será que se llevan muy bien. O que el concepto excede miradas personales y es una síntesis de lo que piensan los voleibolistas: Conte coincide una vez más.
"Suele decirse que el tren pasa una vez. Bueno, a nosotros ya nos frenó en dos o tres estaciones distintas y nunca nos subimos. Tuvimos la euforia del Mundial 82, la de Seúl 88 y, si se quiere, la de los Panamericanos del 95. Siempre lo dejamos escapar. Y esta puede que sea la última vez que el tren para en la estación. No podemos seguir con las peleas".
Conte aporta soluciones: "Los dirigentes tendrían que ser profesionales y tener un mayor nivel. No digo que sean todos malos, pero sí que deberían dejar de pelearse. Tendrían que organizar una Liga Nacional fuerte, de la que se puedan sacar jugadores. Hoy mirás y no ves casi nada debajo. Y eso es en gran parte porque la competencia no es fuerte".
No quieren ponerse en el traje de dirigentes. Pero... "Estamos abiertos para todo. Siempre nos van a encontrar si quieren ayuda, si quieren consultar algo, si quieren charlar", se ofrece Weber. Ser dirigentes nos obligaría a dejar la actividad como deportistas. Y, por ahora al menos, no lo tenemos pensado", explica Conte.
Se abrazaron cuando terminó el partido. La imagen fue un símbolo. Dos históricos se despedían de los Juegos. Y es que Conte y Weber son parte grande de nuestro voleibol. Son el pasado y el presente. El futuro depende del lugar que ellos quieran ocupar...
Contrapunto de elogios
SYDNEY (De nuestros enviado especiales).- Weber opina de Conte: "Es el jugador más grande de la historia del voleibol argentino. Y como tipo también. Es el más grande de todos".
Conte opina de Weber: "Es, con Waldo Kantor, uno de los mejores armadores de siempre. Además, tira para adelante. Compartimos muchas cosas juntos".
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