Copa Davis: un sorteo original pero fallido, con un águila que no quiso comer y se asustó
Quisieron hacer que el ave elija los partidos, pero no salió como lo esperaron
ASTANA, Kazakhstán.- La cetrería, el arte de criar y adiestrar águilas y halcones, es una práctica ancestral en Kazakhstán que se contagia de generación en generación. Inclusive, en los crudos inviernos, la caza de venados y jabalíes con águilas entrenadas, es una tradición. Con el fin de fusionar una competencia deportiva tan popular como la Copa Davis y las tradiciones de esta tierra de Asia central, los kazakos tuvieron una idea original para el sorteo de los partidos: que el cartelito con las nacionalidades de los jugadores lo seleccionara una imponente águila que estaba al cuidado de su criador. La acción, finalmente, falló, pero sin dudas fue original y todo un espectáculo para los jugadores y el público que ocuparon las butacas del auditorio en el Museo Nacional kazako.
Empleados de la Federación de Tenis local ordenaron cuatro cartelitos en una tabla de madera y, sobre cada papel, colocaron un pedazo de carne. El propósito era que el águila comiera el alimento y, dependiendo de la bandera y el número que había dentro de ese sobre, quedaría definido el orden de los singles. Pero el ave se alteró por los flashes y las cámaras de TV y, pese a la destreza de su cuidador, no hubo caso, no comió. Hubo algunas risas nerviosas y algo de tensión. Hasta que después de varios minutos y algunas maniobras bruscas del águila, el árbitro general del repechaje en Astana, Roberto Ranieri, se disculpó ante el público y retomó el sistema convencional. El cetrero se marchó resignado, mientras Ingrid Löfdahl Bentzer (ex tenista sueca y representante de la Federación Internacional de Tenis) sacó un sobre con el single 2 argentino (es decir, Guido Pella). El entrenador y su águila regresaron al escenario, pero sólo para tomarse una pintoresca fotografía con ambos equipos y, recién allí, algunos jugadores, como Machi González, se animaron a acariciar al animal.
“Me asusté un poco, lo agarré al capitán y quería salir corriendo. Después, todos la acariciaban, pero yo no quería, por las dudas. Mirá si se largaba de nuevo a querer volar y me pegaba con la pata o algo. No les funcionó, pero era una linda idea”, sonrió Diego Schwartzman. El capitán Daniel Orsanic añadió: “Muy buena la idea. No salió, pero yo valoro más en la intención, la originalidad. Estuvo muy bueno. Es un ave hermosa, imponente. Me impresionaron las garras. Estaba muy asustada, había mucha gente, muchos flashes y en lo que menos pensaba era en comer, obviamente. Pero me gustó mucho”.
El águila simboliza la libertad y hasta forma parte de la bandera kazaka. Hay criaderos especializados en toda la región. La experiencia fue distinta y resultó una picardía que no terminara bien.
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