El título de los semimedianos del CMB. Corazón valiente
Con una arremetida plena de locura y guapeza, Oscar de la Hoya venció a Ike Quartey por puntos, en fallo dividido.
La capacidad de pensar bajo presión distingue al realmente dotado de aquellos nada más que buenos. Las agallas para improvisar una victoria en la cara misma de la derrota también los diferencia. Prólogo válido para referirse al trigésimo triunfo de Oscar de la Hoya, para destacar una vez más que se trata de un supercampeón como los que aparecen muy pocas veces. El Golden Boy norteamericano pasó la prueba esperada, la representada por Ike Quartey, un ganés de buenísimas condiciones boxísticas que le resultaron de todas maneras insuficientes frente a la excelencia del indiscutido monarca de los semimedianos del Consejo Mundial de Boxeo, el que ganó por puntos en fallo dividido en el Thomas & Mack Center, de Las Vegas.
Corazón valiente el de De la Hoya. Alma de campeón, le dicen a esa voluntad de no darse por vencido y jugarse a todo o nada cuando los músculos ya no resisten. Apuesta sencilla para un autoconvencido de que es el mejor. Quedará en el recuerdo el último round lleno de símbolos. La ferocidad del arranque de De la Hoya da pautas de la vocación ganadora; la imagen final de sus brazos sin respuestas señala que el cuerpo tiene limitaciones que frena hasta al más indomable espíritu. Tres minutos históricos en los que se decidía la suerte de una leyenda.
Intuyó De la Hoya que las tarjetas de los jurados podían acabar con la aureola invencible que lo protege. Herido, desesperado, casi ciego por el hematoma en la zona del ojo izquierdo, el cuádruple campeón mundial se impulsó con el corazón en taquicardia de coraje, como lo había hecho en el octavo round frente a Julio César Chávez. Fueron once segundos de locura, de ataque furioso, de inteligencia para saber que ése era el momento, el gran momento. La zurda de De la Hoya encuentra el blanco y Quartey cae por segunda vez. Se renueva la ofensiva ya más temperamental que técnica, pero aguanta el ganés sin achicarse pese a los 23 golpes netos recibidos. Y De la Hoya, su cuerpo, en realidad, dice basta. Ya hizo lo posible, mucho más también y espera el fallo en paz consigo mismo.
Gana, entonces, la pasión. Los números de dos jueces no son fríos, humean todavía por el calor de quien más ganas tuvo de vencer y apoyan a de la Hoya por 116 a 113 y 116 a 112, desnivelados por el asalto final. Otro ve ganar el trabajo general de Quartey por 115 a 114 y consolida la posibilidad de una revancha que el ganés merece.
Cómo no darle la oportunidad otra vez a quien puso en la lona a De la Hoya por tercera vez en su carrera. Fue en el violentísimo sexto round, cuando cuatro brazos percutieron en veloz lucha. Primero cayó Quartey; luego el norteamericano. Ninguno cedió un centímetro por ese traspié momentáneo. El intercambio de golpes siguió y la envergadura de Quartey tuvo su ventaja, pues tocó él mientras los puños del campeón resultaron desairados en varias ocasiones. En esos rounds a De la Hoya le jugó en contra la guapeza, pues por avanzar siempre equivocó el camino. La derrota era inminente. No inevitable para quien se da cuenta bajo presión de que puede ganar aunque esté perdiendo. Y De la hoya lo hizo.
"Fue mi prueba más difícil", dijo De la Hoya. "Es un gran campeón", comentó Quartey. Después de exigirse al máximo, cada uno supo qué es. Sólo uno hará historia. El que tiene en su sangre un plus emocional para soportar su extrema confianza. Oscar de la Hoya está por encima de todos, lo sabe y lo hace notar.
Como nunca: el ojo izquierdo de De la Hoya es la mejor muestra de la dura prueba que superó el campeón de los semimedianos, invicto en treinta combates Sorpresa: en el sexto round cae De la Hoya por tercera vez en su carrera; segundos antes había derribado a Quartey y no esperaba el contragolpe Segunda caída: el zurdazo del campeón derriba a Quartey en el duodécimo round; por segunda vez el ganés escucha la cuenta de protección La victoria: De la Hoya otra vez en lo más alto; puño y corazón unidos para generar a la mejor figura del boxeo mundial, a un campeón que hará historia
"Les voy a ganar a todos"
La confianza de un supercampeón.
LAS VEGAS (Especial).- "Voy a seguir levantándome cada vez que me tiren; tengo el corazón grande", dijo Oscar de la Hoya en la conferencia de prensa, en las que no es habitual verlo con el rostro tan golpeado. "Estaba lastimado en el sexto round, pero un campeón siempre se levanta para intentar ganar", agregó.
"¿Si puedo ganarle a Félix Trinidad? Pero qué tengo que hacer para demostrar que soy un campeón de verdad; peleé con todos y les gané, también les voy a ganar a todos los que sigan...", dijo el Golden Boy, molesto por la permanente comparación con el puertorriqueño, monarca de la Asociación Mundial de Boxeo. De la Hoya tiene un récord de 30 triunfos y 24 KO. Su próximo combate sería con Oba Carr, quien en la pelea preliminar superó a Frankie Randall. Ike Quartey, más allá de elogiar a De la Hoya, mostró sus dudas sobre el fallo: "Sabía que no podía ganar por puntos en Las Vegas". Fue esta su primera derrota, en una carrera de 34 triunfos (29 KO) y un empate.
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