La otra cara del campeón. Desenfado e ingenuidad
Tiene 16 años, admira a Becker y a Francescoli.
NUEVA YORK.- Con un desenfado y una ingenuidad que cuesta encontrar aún entre los juniors, David Nalbandian ignoraba lo que había conseguido. "No entiendo, nada. Tanto alboroto por esto", comentaba el campeón, mientras le indicaban que debía ir a la conferencia de prensa, después a la entrega de trofeos, enseguida a una entrevista para la televisión, más tarde a ... "Dejenme comer, tengo un hambre de locos. No doy más", rogaba con la sonrisa dibujada en su rostro.
"Me parece un sueño del que todavía no desperté. Me parece increíble. Es un triunfo importantísimo para mi carrera", alcanzó a señalar. Sin embargo, no recurrió a frases hechas para explicar qué sintió cuando sacó para ganar.
"Me temblaban las piernas. No podía sostenerme. Todavía no sé cómo entre en la cancha. Pero salté un poco, traté de relajarme y saqué un montón. Juro que parecía que iba a salir en silla de ruedas", dijo sin vueltas.
Al borde de la desesperación por volver a su casa, con la mente puesta en ir a Los Molinos o a un arroyo en medio de las sierras cordobesas a pescar truchas más que en festejar la conquista, Nalbandian no dejó de sorprender.
"Antes de empezar la gira dudábamos de viajar. Pensábamos que era más conveniente quedarnos en Unquillo y practicar. Elegí yo y salió bien", sostuvo el pibe que adoptó por ídolo tenístico a Boris Becker -en el fútbol eligió a Enzo Francescoli- desde que el alemán, en 1986, "volaba" sobre el césped para consagrarse por segunda vez en Wimbledon. "No lo podía creer. Yo recién empezaba a jugar, lo vi tirarse para volear y dije: este tipo es mi ídolo. Pero también Sampras es un ejemplo. Lo que hace es notable."
Rubio, de ojos celestes, 1m77, 71 kilos y 16 años, no tuvo empacho en decir: "La superficie que menos me gusta para jugar es el polvo de ladrillo", casi un sacrilegio en boca de un argentino.
Enseguida, Nalbandian le puso paños fríos a la euforia. Con absoluta frescura y desprejuicio, como en la cancha. "No hay que apurarse a jugar entre los profesionales -reconoció-, tal vez lo haga después del abierto de Australia. La Argentina siempre tuvo muy buenos juniors y le costó después dar el salto al profesionalismo."
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