Golf | El Masters. Dos realidades, un mundo especial
Cabrera y Andrés Romero ya palpitan la gran cita en Augusta, que comenzará mañana; el Pato no llega en gran forma pero aclara: "Siempre juego a ganar"; el Pigu está fascinado y con confianza tras vencer en New Orleans
AUGUSTA, Estados Unidos.- La magia del Masters, el primer Major de la temporada, empieza a envolver a los protagonistas y sobre todo al público, que avanza por Washington Road, uno de los accesos principales al Augusta National, mirando de reojo las múltiples ofertas de entradas para las jornadas de práctica. Todos quieren caminar esta especie de edén de verdes perfectos y flores que parecen pintadas. En esta cita inigualable, en el único Grand Slam que se juega siempre en el mismo escenario y en el que todos quieren estar, porque es la demostración de que se llegó a la cima de este deporte, dos argentinos tienen un espacio de privilegio. Son considerados especialmente.
Angel Cabrera y Andrés Romero tienen varios contrastes por estos días y especialmente en relación a este torneo. El Pato tiene muchas historias para contar aquí; el Pigu recién piso por primera vez la cancha el lunes por la mañana. Pero también viven diferentes momentos: el de Córdoba con algunos problemas de rendimiento; el de Tucumán, disfrutando los ecos de su primera victoria en el PGA Tour. Sin embargo, se asemejan en el protagonismo que le asignan los organizadores, que los colocaron en la misma salida que los dos mejores jugadores del mundo: Cabrera jugará con Tiger Woods (a las 10.45) los primeros 36 hoyos, y Romero lo hará con Phil Mickelson (a las 13.41).
"Antes de venir pensaba que esta era la mejor cancha del mundo, pero ahora lo puedo confirmar: esto es increíble", dice Andrés Romero con un brillo especial en la mirada. El tucumano, como todo aquél que descubre este lugar único llamado Augusta National, no deja de sorprenderse a cada paso, mientras hace una especie de curso intensivo para conocer la cancha.
El Pigu no luce intimidado por la cita que enfrenta por primera vez en su carrera. En realidad, pocas cosas logran alterar su serenidad y la confianza en sus fuerzas. Y ya empieza a ser mirado de otra forma por los jugadores y el público. No es extraño que apenas llegado al club reciba la invitación de Sergio García y Camilo Villegas para salir a jugar con ellos. Y de a poco, para la gente que admira su estilo al borde de la cancha, deja de ser "Romero, el que perdió el Open en Carnoustie" para ser "el que ganó en New Orleans hace dos semanas". Disfruta de su momento, se lo nota distendido, y cuando sus compañeros de juego se retiran en el hoyo 9, él elige seguir solo adelante, para arrancarle algún secreto más a este cautivante par 72.
Pero sabe que esta multitud que asiste con avidez a los días de práctica, porque tener un lugar en las cuatro vueltas de competencia es para un puñado de privilegiados, quiere ver algo de show. Y entonces les regala varios tiros con su sello, no esquiva el desafío extra del par 3 del 16, donde hay que hacer llegar la pelota al green haciendo "patito" en la laguna, y en el final se mete a todos en el bolsillo. Su segundo golpe se pasa un poco del green y cae justo dentro de un vaso con cerveza de un espectador. El Pigu se ríe a carcajadas, se saca fotos, le regala el guante al dueño del vaso, pelotitas a los chicos y sale contento en medio de los aplausos de todos.
"Me siento muy cómodo, mejoré con el putter y le sigo pegando muy bien a los hierros y al driver. No sé para que estoy, vamos a ver qué pasa en los primeros 36 hoyos", explica el tucumano, que se entusiasma con la idea de jugar con Mickelson: "Nunca salí con él ni con Choi, pero me gusta jugar con los mejores, me siento cómodo, me contagio. Y la verdad es que la gente no me molesta".
Cabrera no salió a la cancha en el segundo día de práctica. El recorrido del lunes, junto a Romero, le demostró que la mejor forma de buscar la puesta a punto está en el driving range. Cerró una etapa con Eduardo Gardino, el caddie que lo acompañó en la victoria en el US Open, y aquí su bolsa la cargará Angel Jr., su hijo menor. Tiene la ventaja de conocer el escenario, y sabe que debe mejorar un nivel de juego que lo tiene preocupado desde hace un tiempo: "Es un momento malo en el green y tampoco ando derecho con el driver. Esta combinación es pésima: si no pegás bien en la salida y no embocás es muy difícil hacer score. La peleo, pero hago uno o dos golpes por arriba del par por vuelta, que en los Estados Unidos no sirve para nada. Fallo muchos fairways, por ejemplo. En el segundo día en el Doral agarré un solo fairway. Así es muy difícil".
Claro que este no es un torneo más para el Pato. El Masters puede influir en positivamente en su ánimo, porque aquí logró casi siempre buenos resultados -superó el corte en cinco de los ocho que jugó, nunca bajó del puesto 37° y suma tres top 10 (8°, 9° y 10°)-. "Todos los Majors me incentivan, no sólo el Masters. Pero si llegás con desconfianza en el juego es muy difícil que te motives. Si no estás bien, sabés que en algún momento los errores aparecerán. Igualmente siento que, aunque no haya jugado bien hasta ahora, puedo ganar. Yo lucho en cualquier torneo. Así participe en el Abierto del Centro o en Paraná, a mí me gusta ir a ganar siempre".
Más allá de los diferentes momentos, si algo hay que sumar al casillero de coincidencias entre Cabrera y Romero es que van a encarar este desafío para lograr lo máximo. No hay circunstancia que altere esa forma de ser.
- Zach Johnson y el privilegio de elegir el menú Una de las tradiciones del Masters es la cena de los campeones, de los martes por la noche. Todos los ganadores del saco verde presentes en Augusta se reunieron ayer para disfrutar de un menú que, como siempre, es elegido por el campeón defensor, en este caso, Zach Johnson.
- Las principales salidas para mañana Cabrera jugará mañana con Woods y con Appleby, mientras que Romero lo hará con Mickelson y Choi. Otros grupos destacados serán: Els, Katayama y Furyk; Singh, Stricker y Cink; García, Calcavecchia y Bubba Watson, y Johnson, Donald y Ogilvy.