El enfoque. El "Calendario conmebol" precisa revisión
El calendario futbolístico sudamericano está agotado. No tiene espacio para más negocios. Ya han hecho todas las copas posibles y recaudado todo lo recaudable. Pasaron, la Supercopa, la Mercosur, la Merconorte, la Master, la Recopa, la Sudamericana y un larguísimo etcétera de competiciones menores. Algunas mejor diagramadas, otras, imposibles de presentar.
Si Lanús avanza hasta las últimas instancias de la Copa Libertadores, deberá disputar 35 partidos en 100 días, entre copa y torneo local (sin contar la Copa Argentina). Partido más, partido menos, la cuenta es similar para cualquiera de los otros equipos.
Dirán que es excepcional, que sólo sucede este año por ser el año del Mundial. Pero el año pasado, la Libertadores se interrumpió en el final de la temporada, y se reanudó en el comienzo de la siguiente, con contratos prorrogados a los apurones y un sinfín de desprolijidades. La excusa, aquella vez, fue la Copa de las Confederaciones.
Es decir que siempre, en un ciclo de 4 años, los calendarios deberán comprimirse dos veces: una por el Mundial y otra por la Copa de las Confederaciones. Porque siempre habrá selecciones sudamericanas involucradas, motivo suficiente para detener las competencias de clubes.
Los clubes aceptan, los jugadores juegan y la rueda sigue girando. La Copa Libertadores, un torneo maravilloso, lleno de historia y tradición, queda asfixiada por las fechas. Se descuida el único torneo importante para favorecer el desarrollo de copas satélite cuyo único beneficio conocen las compañías privadas.
Alguna vez la FIFA decidió ordenar el calendario de las selecciones y nacieron las "fechas FIFA": en determinadas semanas, en todo el mundo, sólo juegan las selecciones y se paran las ligas (bueno, en la Argentina se sigue jugando). La FIFA podría establecer un "calendario patrón", y que cada continente dispute dos torneos anuales y simultáneos. Libertadores y Sudamericana, pasarían a ser cómo la Champions y la UEFA Europa League, con equipos compitiendo razonablemente durante toda una temporada, y no jugando cada dos días y fracción durante seis meses, y un partido cada 7 días en el siguiente semestre.
Sin embargo, La Conmebol no se muestra interesada en corregir el problema (gravísimo desde el punto de vista deportivo), tal vez, porque rediseñar el almanaque, podría afectar intereses comerciales. La Conmebol no quiere menos partidos, todo lo contrario, quiere cada vez más. Ha entregado su soberanía. Ellos, como dueños del producto debieran imponer las condiciones de venta. Sucede lo inverso. Las empresas ponen las reglas con eficaces operadores, expertos en sonrisas generosas y diplomacia.
lanacionar