El cóndor del Aconcagua
El italofrancés Angelo D’Arrigo se convirtió en el primer hombre en sobrevolar la cumbre más alta de la Cordillera de los Andes
Por un instante, las altas cumbres blancas de la Cordillera de los Andes lo llegaron a confundir con un cóndor. Con su vuelo natural y sereno hasta el más avezado observador hubiese caído en la confusión. Es que muy pocos hubiesen podido imaginar que un hombre sin la asistencia de motor alguno se animara a desafiar al cordón montañoso más elevado del continente, allí donde las aves ostentan su reinado, el italofrancés Angelo D’Arrigo se convirtió en el primer hombre que logra sobrevolar en aladelta el Aconcagua.
El audaz piloto, de 44 años, que ya contaba con hazañas de similar calibre, entre las que se encontraban el cruce del Sahara (2001), de Siberia (2002) y un vuelo por sobre el monte Everest (2004, donde había establecido un récord de altitud de vuelo de 9000 metros), entre otros, combina sus retos deportivos junto con su pasión por la ecología. "Cada vuelo tiene como función devolver al su ambiente natural a algunos miembros de diferentes especies, por ejemplo en el vuelo sobre el Sahara lo hice con un águila africana. Acá intenté hacer lo mismo junto con un cóndor, pero a último momento debí desistir de la idea", comentó.
D’Arrigo, que en su historial deportivo acumula miles de horas de vuelos libres y dos títulos mundiales de aladelta a motor y que dejó de lado al circuito de la competición para dedicarse a los vuelos récord, intenta en cada uno de sus desafíos realizar documentales amateurs que luego son divulgados en escuelas y centros culturales. El italofrancés llegó a la Argentina en el marco de Aconcagua XP’05, un plan que se inscribe dentro del proyecto Metamorfosis, por medio del cual se propuso realizar un estudio analítico de las técnicas de vuelo de las aves rapaces de los cinco continentes.
Luego de un año de trabajo en nuestro país, entre los cóndores (incas y mayas), el equipo que acompañó al piloto –entre los que se encuentra un ingeniero de la NASA– logró diseñar un ala tecnológica capaz de imitar el vuelo del cóndor. "Todo estaba listo para realizar el intento a fin del año último. Mi idea era sobrevolar el Aconcagua y, en lo posible, batir mi récord de altitud (9000 metros). El día parecía ideal, luego de que el ultraliviano de Richard Meredith me pusiera en el aire y, tras dos horas, logré volar sobre la cumbre más alta de continente americano. Por un momento me sentí como un cóndor en su ambiente, aunque no logré mejorar mi marca", recuerda emocionado D’Arrigo.
Pero semejante empresa pareció no ser suficiente para el Cóndor del Aconcagua, como lo bautizaron tras su proeza. Acompañado por su mujer Laura Mancuso y sus hijos Gabriel (de 13 años) e Iván (3), unos días después, el 6 de enero, elevó su apuesta y fue por el récord, ese que había conseguido en 2004 al sobrevolar el Himalaya.
Con unas condiciones meteorológicas normales y tras un vuelo agradable logró alcanzar los 9100 metros de altitud, ayudado por las corrientes cálidas ascendentes y regulares del volcán Tupungato. Con este registro, el equipo de D’Arrigo dio por concluida su misión Aconcagua XP’05, pero para ellos aún queda mucho por delante.
La próxima meta de este aventurero que mezcla, en cada uno de sus intentos, la ciencia, con el deporte y la ecología, está en el Polo Sur, en el monte Vinson (el punto continental más alto), cercano a la base canadiense de Patriot Hills.
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