Bronca contenida y una sorpresiva manifestación del goleador de River. El desahogo de Falcao de cara a la gente
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El clima estaba caliente en River. Silbidos, enojos, reproches. Caras de preocupación. El equipo se movía como un manojo de nervios en busca de algo de alivio. El aire se respiraba tenso. La eliminación en la Copa Libertadores, la polémica llegada de los futbolistas en Ezeiza (debieron abordar sus automóviles en la Autopista Ricchieri), todo armó un cóctel que amenazaba con detonar hoy, si River no vencía a Gimnasia de Jujuy.
Transcurrían trece minutos del segundo tiempo y la impaciencia del público bajaba en silbidos durante cada jugada. Marcelo Gallardo, que había ingresado dos minutos antes, habilitó a Radamel Falcao. El colombiano enfrentó al arquero Pezzutti y definió al segundo palo.
En el festejo, Falcao lo gritó con mucha bronca. Desencajado. Se abrazó con el Muñeco, y luego miró a la platea y con los brazos abiertos los movió en forma horizontal vociferando para que "no griten el gol". Diego Buonanotte, que se sumaba al festejo, lo calmó al colombiano y lo hizo regresar al centro del campo.
Radamel Falcao es uno de los pocos jugadores del plantel que no es resistido por la hinchada y, por los parlantes, su apellido es de los más aplaudidos antes de los encuentros.
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