Opinión. El equipo careció de ideas, pero sí tuvo carácter
Matías Martin Para LA NACION
LEIPZIG.- Cuesta entender el porqué de tanto sufrimiento. Las razones del tedio primero, la angustia después. Los que habían enseñado como se juega en equipo estaban urgidos de una acción heroica, individual. Es un Mundial, son todas finales, se dirá como consuelo y escucharemos monólogos acerca de la cita con la historia y el destino de parte de los videntes del día después. Lo cierto es que el primer tiempo fue lo más flojo de la Argentina en el Mundial. El equipo careció de ideas y de juego asociado. Desconcertado, cometió errores infantiles en defensa, perdió la batalla en el medio campo y creó una sola situación de gol. Riquelme cambió su pausa por inmovilidad. Con una falta de precisión expresada con exasperante indolencia y desgano, erraba pases y jugaba siempre hacia atrás o hacia el costado.
Si existe la suerte, ayer acudió a la cita. Llegó cuatro minutos después que Heinze perdiera la marca y Márquez clavara una puñalada al orgullo y lo hizo disfrazada de gol de Crespo-Borgetti. A partir del segundo tiempo, el partido se transformó en una cuestión de carácter y el mayor pecado mexicano fue tenerlo en el momento equivocado. En la instancia lo tuvo Argentina.
No fue su única virtud, claro. También tuvo un arquero ya fundamental a la hora de explicar la presencia argentina en cuartos de final. Un zaguero como Ayala que, sin aportar su mejor rendimiento, se muestra indispensable. Un volante como Maxi Rodríguez, llamado a hacer historia con la selección argentina y capaz de concretar el golazo más inesperado en el instante perfecto. Más la frescura de Aimar. El desparpajo salvaje de Tevez. Y Messi. Indiscutiblemente necesario. Un chico capaz de achicar a sus rivales mientras calienta al costado del campo. Su gambeta en velocidad me pone la piel de gallina.
Tal vez era necesario ganar así y largar ese festejo lleno de desahogo, de bronca. El viernes nos espera un rival agrandado, al que nadie se atrevió a faltarle el respeto. Será cuestión de descifrar el sufrimiento, razonar errores y repetir virtudes. Marcar a fuego la personalidad de los futbolistas con una victoria histórica. Se puede.
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