En Boca, los barrabravas tuvieron una "charla" con los jugadores antes del partido clave con Talleres
Marzo no ha sido un mes fácil para Boca. Desde hace algunas semanas se respira tensión, ansiedad, nervios. Aquello se ve en el campo de juego, en la entrañas del club a partir de las sospechas por el desgarro de Carlos Tevez en su sóleo izquierdo y también adentro del vestuario del Complejo Pedro Pompilio. Porque en el mediodía de este sábado, el plantel recibió la visita de algunos barras brava tras el último entrenamiento antes de encarar lo que es el partido más importante del campeonato. No obstante, las exigencias fueron otras.
El mundo perfecto del equipo de Guillermo Barros Schelotto se topó con una piedra grande cuando perdió, en Mendoza, la Supercopa Argentina ante River en la que llegaba como absoluto favorito tras sus constantes éxitos domésticos. Fue Daniel Angelici el que ingresó al vestuario, a los dos días de ese fuerte cachetazo, para transmitir su malestar y buscar una reacción en sus jugadores. Luego llegó un empate agónico en Tucumán ante Atlético que influyó más en el recorte de distancia con su perseguidor Talleres que en el ánimo semicaído del conjunto de la Ribera. Y como este domingo los cordobeses serán justamente los rivales en un partido trascendental rumbo al bicampeonato, los barras decidieron tener una "charla" con los protagonistas.
Según pudo averiguar LA NACION, el encuentro fue "amigable". Claro que el ambiente nunca percibe esa descripción cuando se trata de la presencia de estas personas: sin dudas, por más correcto que sea el diálogo, no se trata de otra cosa que una apretada al plantel. Lo cierto es que no hubo gritos ni amenazas, más bien un pedido similar al que el presidente del xeneize les hizo, en el mismo lugar, dos semanas atrás. Aunque, seguro, con otro tono y otra confianza distinta.
De todas maneras, la principal intención de la reunión no fue la petición de obtener la Superliga, sino que el centro estuvo puesto en la Copa Libertadores: el miércoles afrontará la segunda jornada del grupo H frente a Junior de Barranquilla, también en la Bombonera. Les exigieron que dejen de lado las distracciones y que la actitud se sobreponga a cualquier otro aspecto, tanto en los partidos como en el día a día.
Ese grupo de más de diez barras brava que entraron al vestuario, entre los que habría estado Rafael Di Zeo, solo se dirigieron a los futbolistas del plantel: el cuerpo técnico estuvo exento del encuentro. Porque el tema, evidentemente, es exclusivamente con los hombres que se ponen la camiseta y juegan en la cancha. El Tano, en su momento, tampoco se refirió a Guillermo, Gustavo y sus colaboradores. Tan solo al plantel de jugadores.
El clima en Boca no está caldeado, pero tampoco tranquilo como en otros momentos no tan lejanos. El certamen continental es la mayor obsesión de hinchas, plantel y dirigentes. Pero también el motivo primordial por el cual se empiezan a acostumbrar a las visitas. ¿Por qué? Preocupación: todos son conscientes de que esta edición posiblemente sea la gran última oportunidad de que Angelici levante el trofeo que prometió en el amanecer de su mandato.
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