Fiesta: el pueblo de Boca se unió en Córdoba
CORDOBA.- Lo de Boca abraza, envuelve y hasta hipnotiza. La referencia no es a su juego, sino a los detellos invisibles de su camiseta al paso de cada jugador que tiene el privilegio de vestirla. Fue sólo cuestión de mirarles la cara a los cientos de chicos que pugnaron (en casi todos los casos sin conseguirlo), al menos por una caricia, una palabra o un autógrafo del ídolo de turno. El imán-Boca se concretó en el estadio Córdoba. Efectivamente, como un imán, miles de cordobeses y otros miles de provincias vecinas se pegaron a casi todos los 46.700 lugares disponibles que el mayor coliseo de esta provincia tiene para la gente. Se sintieron tonadas riojanas, catamarqueñas, puntanas, tucumanas. La lectura era simple: en sus provincias, salvo algún amistoso, la camiseta auriazul sólo es objeto de consumo televisivo, nada tangible, nada asequible. Por eso no resultó extraño escuchar el ¡¡Palermo, Palermo!! en distintas cadencias. El ritmo de la voz del cordobés capitalino también se entremezcló con la del interior de la provincia. Como en procesión, los hombres fueron llegando desde San Francisco (al Este), Río Cuarto (al Sur), Villa Dolores (al Oeste) y Jesús María o Villa Tulumba (al Norte). Boca aglutina.Todos fueron al estadio Córdoba con la injusta sospecha de ser potenciales agresores de noche y mansos conejitos de día. El partido no fue el sábado por la noche ni el domingo a la siesta; fue al mediodía. Se vieron los boliches bailables en cercanías del estadio, la feria industrial a su frente, mucha gente por todas partes, pero nadie con el ánimo o la cabeza alterados como para arruinar el espectáculo. Se recaudaron 683.000 pesos, poco menos que 700.000, pero muchísimos menos que el millón de pesos que algunos apostaban como recaudación récord. La más abultada fue en octubre de 1995, cuando Maradona empezaba a dar los últimos pasos como futbolista. Boca, siempre Boca. En aquel entonces, el valor agregado de Diego, eterno protagonista. Hoy, Boca es Boca por ser puntero, aunque el carisma de Palermo o del mellizo Guillermo todavía tiene pies de elefante al lado del vértigo que provocaba el ídolo. Pero Boca también demostró que es River en eso de evitar el contacto con la prensa. Una frase de Guillermo, otro tanto de Córdoba, algunas palabras de ocasión de Bianchi, y nada más. Y dirán: no importa. Porque cambiarán los nombres, cambiarán las modas, cambiará el universo, pero si la camiseta sigue incólume, si nada la modifica, al menos en el interior del país seguirá siendo objeto de culto. Aunque el rito se cumpla sólo una vez al año.
La tristeza de Belgrano
CORDOBA.- Así como su padre, Luis, el otro Luis, que además se llama Fabián y que lleva el ilustre apellido Artime, siguió la costumbre familiar de hacerle goles a Boca. "Se me dio el gol, pero el equipo no puede festejar", dijo el delantero. "Cuando hice el gol y nos pusimos 2 a 2, pensé que podíamos ganar el partido", agregó.
¿Y después? "Después, qué sé yo, fue como si pasara una nube... No sé cómo explicarlo. Cuando lo teníamos listo a Boca para ganarle, vino el tercer gol y allí se terminó todo." Sin embargo, Artime admitió la superioridad de Boca. "Con los delanteros que tiene Boca corrés el riesgo de que te maten en cualquier momento. No fallan, andan derechos y las buscan todas", dijo.
Para Ricardo Rezza, técnico de Belgrano, una igualdad hubiera sido el mejor resultado. "Nos dormimos al comenzar el segundo tiempo y sufrimos el segundo gol. Yo no me desesperé porque me parecía que podíamos emparejarlo. Ingresó Artime bien fresco, y en esa condición podía preocupar a la defensa de Boca. Después del empate, sinceramente, no sé qué paso", señaló Rezza, que elogió el momento de su rival. "Boca viene de racha, y cuando un equipo grande como Boca viene de racha es muy difícil pararlo", agregó el entrenador.
El delantero Christian Ruffini no se olvidó del esfuerzo de sus compañeros. "Lo que hizo Belgrano en el segundo tiempo fue muy elogiable desde todo punto de vista. Es una lástima esta derrota", comentó.