Opinión. Fue una vergüenza, un fallo inverosímil
Abel Gnecco
El penal que cobró el español a favor de Italia fue una vergüenza. El árbitro está a siete metros de la jugada, parado, en una posición perfecta para ver la jugada sin que nadie lo tape. El defensor se tiró perfecto, ni lo tocó. El delantero lo quiso saltar y se tiró. Cobró un penal que es inverosímil.
No hubo preferencias: para mí fue un error, grave, pero error al fin. No se puede equivocar así en una jugada de fácil resolución. Esto reafirma mi pensamiento: los arbitrajes del Mundial no me gustan. Sólo dos son buenos: nuestro Horacio Elizondo y el uruguayo Jorge Larrionda.
El autor es Director de la Escuela de Arbitros de la AFA
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