Opinión. A la altura de las circunstancias
Para bien o para mal, para consagrar o para denostar, hay una misma expresión que sirve para calificar, de acuerdo con la relativa percepción de cada uno: estuvo -o no- a la altura de las circunstancias, suele decirse.
La definición del torneo más extraño -por no reiterarse en la presunta mediocridad de la que tanto se ha hablado- que se recuerde en la historia reciente del fútbol argentino, deja en evidencia cuán válida puede resultar la misma frase según se esté marcando lo positivo y lo negativo de, por ejemplo, esta quinta consagración de Newell´s.
A la altura de las circunstancias estuvo el campeón, entonces, si se considera que, una vez más, fue coherente con su riquísima estirpe -¿incomparable?- de fabricante de talentos nuevos. Allí están, felices como chicos que son, en plena vuelta olímpica, los Domínguez, los Borghello. los Marino, los Belluschi, los Vella, los Scocco, como representantes de una escuela que tiene ex alumnos gloriosos: ¿alcanza con nombrar a Zanabria o a Batistuta, por ejemplo?
A la altura de las circunstancias estuvo el campeón, también, si se apunta sobre la notable eficacia del inefable Tolo Gallego como DT, que con esta suma su cuarta vuelta tras los éxitos en River y en Independiente.
A la altura de las circunstancias estuvo el campeón, por qué no, si sirvió para devolver al fútbol argentino a uno que se había cansado de dar vueltas olímpicas, sí, pero con River: quizá más simbólicamente que por dimensión de juego, fue un regreso con gloria para Ariel Arnaldo Ortega.
Pero, hay que decirlo, estuvo a la altura de las circunstancias el campeón si se lo pone en línea con el nivel general de un campeonato que dejó bastante que desear en calidad y mucho que decir en números en rojo. Perdió el último partido Newell´s y eso es algo más que un dato estadístico: sumado a la incapacidad de Vélez para ganar y forzar una final, es la mejor síntesis para el peor diagnóstico general.
Y, de paso, estuvo a la altura de las circunstancias ese grupo de ¿hinchas? del equipo de Liniers, que se excedieron en el "fervor" ante la derrota como no suelen hacerlo ante la victoria. Así son, no es la primera vez que reaccionan así: si sus jugadores son lo que ellos dicen que son, ¿no deberían empezar a pensar que, como los votantes con ciertos gobiernos, tienen el equipo que se merecen?
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