Lejos de las sospechas, Pablo Aimar honró su compromiso con el Sub 17
Justo cuando alentar sospechas parece la conclusión más rentable del Sudamericano Sub 17 , convine no olvidar que Pablo Aimar honró su compromiso. Desde la AFA le insistieron hasta el hartazgo para que asumiera de emergencia la conducción del Sub 20 algunas semanas antes del Sudamericano de enero pasado. La confirmación de Lionel Scaloni como técnico de la mayor había dejado huérfana a la segunda selección del país. Pero Aimar no se movió de su posición, convencido de que su lugar era junto con el Sub 17. Porque de esos se tratan los proyectos; constancia, previsión, pertenencia. Los resultados son una consecuencia. La Argentina anoche se coronó campeón sudamericano de la categoría con quince futbolistas que hace 17 meses se habían consagrado con el Sub 15 de Diego Placente… y Pablo Aimar. Un ordenado escalonamiento que recuerda los beneficios de sostener un plan. Hace dos años, asfixiada por el abandono que sufrían los juveniles, el Sub 17 ni se clasificaba para el Mundial de la India. Ahora es campeón, pero el logro realmente trascendente es la evolución.
En noviembre de 2017, la Argentina se había consagrado en el Sudamericano Sub 15 por primera vez en su historia. El valor del éxito era refrescante y reparador, pero solo un punto de partida para una refundación de los seleccionados juveniles que había comenzado unos meses antes. Hasta algo de casualidad había en aquella conquista, porque el proyecto de Hermes Desio como coordinador general despuntaba. Entonces, nadie se engañó, no mentirse al solitario era la mejor plataforma de lanzamiento después de una década de incompetencia. Ese título solo representó una anécdota, la verdadera victoria fue el comienzo de un cambio confiable.
En aquel plantel, y en el que anoche se coronó en el estadio San Marcos tras una insólita goleada en contra por 4 a 1 ante Ecuador, también estaban los arqueros Rocco Ríos Novo (Lanús), Federico Losas (Chacarita) y Agustín Gómez (River); y los defensores Francisco Flores (San Lorenzo), Luciano Vera (River), y el lesionado Bruno Amione (Belgrano); y los volantes Juan Sebastián Sforza (Newell’s) y Matías Palacios (San Lorenzo), y los delantero Juan Pablo Krilanovich (Lanús) y Matías Godoy (Atlético de Rafaela), entre otros. Un ciclo que, al margen de su participación en el próximo Mundial que se jugará en noviembre en Brasil, tendría que desembocar en la futura formación del Sub 20.
Argentina reina en la categoría Sub 17 como en 1985 –Redondo y Hugo Maradona; era Sub 16 en realidad–; 2003 –Garay y Biglia–, y 2013 –Mammana y Driussi–. Aimar construyó durante muchos meses un equipo atrevido, intenso y singularmente equilibrado para una edad de lógicos vaivenes. Valiente, perseverante. Capaz de sobreponerse a la caída por 3-0 en el debut con Uruguay, y superar también el desafío de golear 3-0 a Brasil para no quedarse afuera en la primera rueda. A los chicos les sobró carácter, pero también hidalguía. Ese día que eliminaron al Scratch no fue necesario que alguien les dijera que fueran a consolar a sus rivales. Ellos ya tienen incorporado ese gesto y eso certifica una victoria estructural, más allá del título.
Hoy son campeones, pero este equipo estuvo a un minuto de ni clasificarse para el hexagonal final. Los primeros que no lo olvidan son los jugadores y el cuerpo técnico. Sienten que esa fue una gran enseñanza que les dejó el torneo en Perú. Y otro, en la despedida, porque la relajación y las desatenciones lo expusieron a una ruidosa derrota. Sonora por el resultado que cortó cinco encuentros sin goles en contra, y porque impulsó el aleteo de las suspicacias desde la prensa peruana. El 4-1 eyectó a los locales del Mundial, plaza que se llevó Ecuador por diferencia de goles.
Nada incomoda más a Aimar que la desconfianza. Anoche tardó en liberarse de la angustia, tuvo que sacudirlo Placente para que soltase el gesto de amargura que lo invadía. No le había gustado ese final porque descubrió que a los chicos los había maniatado el miedo a perder. Y no supieron rebelarse. Las acusaciones que escuchó después no lo distrajeron porque la nobleza del ciclo está a salvo de especulaciones. Justo él, que desprecia la ruindad y subraya una y mil veces la trascendencia de los valores. "Ganar no es lo único, hay que ser educados y respetuosos. Está claro que si no ganás, muchos te dicen ‘no me importa que saluden, quiero que ganen…’ Todo es respetable, pero nosotros creemos en algo diferente. No pensamos ‘perdamos todos los partidos pero saludemos’, no, no es así, pero creemos que ganar no es lo único, se pueden inculcar más cosas que hacer un gol..., que por supuesto queremos que lo hagan", le contaba a La Nacion. El Sub 17 demostró en Lima que es posible. Que el futuro de la Argentina estaba en el pasado. En José Pekerman y su legado, un espacio que trasciende a salvo de las sospechas.
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