El "4-1" de Alfaro en las finales: los antecedentes del DT antes de su primera definición con Boca
La presión va asomando su figura. Cada hora que pasa se va agigantando más. Porque Boca, después de un 2018 lleno de desilusiones, tiene el jueves el primer gran desafío al mando de Gustavo Alfaro. La disputa de la Supercopa Argentina ante Rosario Central, en el estadio Malvinas Argentinas de Mendoza, encierra solo un resultado en la mirada del hincha: ganar. Obtener ese título que hace más de un año se escapó dolorosamente ante River. En la previa, la lupa estará posada muy cerca del entrenador y, sobre todo, de sus futbolistas, quienes deberán demostrar que también pueden dar la talla en este tipo de partidos. Pero si hay algo que sabe Alfaro es de finales: no ha disputado demasiadas, pero ha triunfado en casi todas las que se presentaron a lo largo de sus 27 años como entrenador. Y esta deberá no ser la excepción si quiere ganar aún más la confianza en las tribunas azul y oro.
El rendimiento del equipo en este nuevo ciclo viene siendo indiscutido desde los números: de 19 encuentros oficiales que dirigió el rafaelino de 56 años se impuso en 12 y tan solo cayó en dos oportunidades. Sin lugar a dudas el juego del equipo aún no está aceitado: por momentos es agradable y en gran parte de los partidos es un interrogante que preocupa, pero si hay algo que se impone para sortear las dificultades de los compromisos eso es la inteligencia que el técnico intenta trasladar desde la línea de cal. Boca se está adaptando a eso. Y mal no le está yendo.
Por eso es que el duelo ante el Canalla, que se acostumbró a vivirse de manera intensa (casi como un clásico) por lo sucedido en la final de la Copa Argentina 2015 con errores arbitrales que inclinaron el triunfo para el xeneize y por el hecho de que los rosarinos fueron los verdugos en dos de las últimas tres eliminaciones boquenses en aquella competición, pasa a ser crucial en la vida anímica del plantel: si ganan, se sacarán la espina de las finales perdidas y le darán una verdadera alegría al hincha; si tropiezan, el clima volverá a ser de constantes dudas.
Aunque el cuerpo de Alfaro no porta esas heridas: nada tiene que ver con el pasado reciente. En cambio, sí tiene la responsabilidad de darle este título a Boca. Pero la cuestión es que el entrenador parece mostrarse con confianza para encarar estos partidos pesados. Al menos, sus expedientes dan fe de ello. Porque jugar finales no es fácil y menos aún ganarlas. No obstante, él disputó cinco de diferentes estilos y conquistó el objetivo en cuatro de ellas. Al menos, una fuerte luz de esperanza para cortar la mala racha de las últimas definiciones.
La primera: el ascenso con Quilmes
Quilmes fue el equipo con el que dio su primera vuelta olímpica ganando una final. En 2003, conseguía el ascenso a Primera División. Para lograrlo, el Cervecero tuvo que superar a Argentinos Juniors en una serie ida y vuelta: gracias al cabezazo de Agustín Alayes en el Centenario y el 0 a 0 de la revancha, jugado en el estadio de Ferro, Alfaro ganaba su primera final. Ademas, a su club de por entonces le ayudó a cortar una racha de cinco finales perdidas en los años anteriores. Por qué no asociarlo a lo que hace rato sucede con Boca y soñar con que genere la primera gran sonrisa después de tanta decepción...
El título de la Sudamericana con Arsenal
Se verá qué sensaciones recorren el cuerpo de Gustavo Alfaro si salen bien las cosas, pero hasta el día de hoy difícilmente algo empareje la experiencia de ganar la Copa Sudamericana con Arsenal en 2007. En el estadio Azteca le ganó a América, de México, el primer desquite (3-2), en el que convirtieron Aníbal Matellán, hoy Secretario Deportivo de Boca, y "Papu" Gómez, con un doblete. Restaba la vuelta, pero una llamada telefónica especial esa misma noche dio calma y una clara sentencia: "Felicitaciones, Gustavo. Decile a los muchachos que todo argentino que haya pisado el Azteca va a ser campeón", lanzó del otro lado Diego Maradona, que se había coronado en esa mítica cancha en el Mundial de 1986.
Pese a eso, Alfaro sufrió más de la cuenta en el Cilindro de Avellaneda: recién faltando siete minutos para el final apareció Martín Andrizzi para poner el descuento (1-2) que alcanzó para gritar campeón. El jueves, desde Sinaloa, seguramente Alfaro tenga un aguante mayor por parte de Diego.
En Arsenal: otros dos festejos y la única derrota
En el Viaducto ganó dos definiciones más. Una de esas a Boca le dolió mucho, en tiempos de Julio César Falcioni. Fue, justamente, la Supercopa Argentina 2012 disputada en Catamarca a partido único. Tras la paridad sin goles, debieron acceder a los penales. Y ahí apareció la figura de Cristian Campestrini para contener tres remates y así darle el triunfo 4-3. En la otra tuvo como víctima a otro grande: San Lorenzo. Aunque el resultado fue muy distinto. Porque por la final de la Copa Argentina 2013 lo goleó 3-0, también en Catamarca, con gritos de Nicolás Aguirre, Mariano Echeverría y Ramiro Carrera. Y como premio a esa conquista debió enfrentar a Vélez por la Supercopa 2014, siendo derrotado por primera vez en una final: fue apenas 0-1 en San Luis.
Boca sabe que en Mendoza no puede tropezar. Y al frente tiene a Gustavo Alfaro, un amuleto que supo imponerse en muchas finales de su pasado. Aunque, quizás, ante Central tenga por delante la más importante para empezar a ensanchar su espalda.
Más leídas de Fútbol
Único frente. Cuándo juega Coquimbo Unido vs. Racing, por la Copa Sudamericana 2024
Contra el rival más débil. Central lamenta todo: el rendimiento, un escaso punto que trae de Venezuela y la sanción de Conmebol
¿Qué hizo? Argentinos festejó con los suplentes y un jugador de Corinthians atacó al árbitro asistente