Andrés Malamud: "Ganar el Mundial puede ser contrario al interés nacional"
¿Está hablando en serio este hombre? ¿Está diciendo que ganar el Mundial puede hacerle mal a la Argentina? Andrés Malamud apenas pestañea y no da marcha atrás: "Sí, ganar el Mundial podría ser contrario al interés nacional". La demoledora frase no sorprende en alguien que de joven jugó al rugby hasta que, admitidos sus límites con la ovalada, se decidió por algo más redondo: el planeta entero y sus tendencias políticas profundas. La ironía audaz, combinada con la profundidad sencilla, es la marca del politólogo instalado desde hace años en Lisboa. Malamud sabe que el deporte es también política , y por eso no sorprende la comodidad con que analiza, durante una entrevista con LA NACION sobre el césped del estadio Monumental, el Mundial de Rusia 2018, esa gran oportunidad para la selección de Lionel Messi, pero también para el presidente Vladimir Putin.
–A los politólogos les gusta hablar del soft power. ¿Lo tiene un Mundial de fútbol? Y en todo caso, ¿qué ventajas se le puede sacar?
–Hay tres dimensiones del poder: el palo, la zanahoria y la persuasión. En el Mundial no hay palo, pero hay muchas zanahorias, que es la plata. Y hay mucha persuasión, que es el atractivo que tienen los jugadores y las camisetas. Cuando se viaja por el mundo, Medio Oriente, Oriente, Estados Unidos o Europa, te presentás como argentino y lo primero que te nombran es al jugador más famoso de ese momento. O al Papa (ríe).
–¿Hasta qué punto es consciente la Argentina de que dispone en el fútbol de un patrimonio intangible para ejercer ese soft power?
–Creo que es consciente, lo trata relativamente bien. La embajada argentina en Portugal tiene en este momento una influencia fuerte en la apertura del mercado europeo de futbolistas, que muchas veces entran por Portugal. El embajador (Oscar) Moscariello fue dirigente en Boca. Ese intangible coloca a la Argentina en el mapa, hace que la Argentina esté en la cabeza de mucha gente, que puede decidir venir a invertir al país, lo que sería más infrecuente, o venir como turista. Y eso da dinero en el mediano plazo, además de que torna más simpáticos los productos argentinos que estén etiquetados como tal.
–¿Le afecta a Estados Unidos no ir al Mundial?
– No, porque ellos tienen soft power para regalar. Hollywood, por ejemplo… El soft power de Facebook ahora tiene signo negativo, pero no necesitan el Mundial. A China le vendría muy bien participar en un Mundial. Y a la India, más todavía, porque tiene menos visibilidad internacional y juega a deportes raros. China va a jugar bien al fútbol alguna vez, la India, difícil.
–Putin no es cualquier líder y Rusia no es cualquier país. ¿Cómo impactará eso en el Mundial?
–Sería el Mundial más escandaloso de la historia si no fuera por el próximo (risas). Rusia tiene muchas más credenciales para organizar un Mundial que Qatar. Para empezar tiene fútbol, futbolistas, equipos. Cuando se elige la sede de un Mundial puede buscarse promover un mercado futbolístico, o, y me parece que ese fue el caso de Rusia, aunque no tengo toda la información, puede haber plata de por medio en función de un objetivo estratégico. Ni hablar del Mundial de Qatar, un país en el que hacen 40 grados a la sombra. El fútbol no va a prosperar ahí por el hecho de que se organice un Mundial.
–El fútbol no es algo que le guste especialmente al presidente Putin. A él le gusta el hockey sobre hielo, el judo, cazar osos…
–Sí, deportes en los que siempre pueda mostrar el pecho, en el fútbol se tiene que poner la camiseta y le tapa los músculos (risas).
–¿Por qué entonces el fútbol es importante pese a todo para Putin?
– Putin es impresionante, porque consiguió que su país juegue en una liga superior a la que podría por sus capacidades, por sus recursos. Rusia es una potencia decadente, declinante en población, economía e incluso en ciencia. Y eso que fue una potencia científica, llegó al espacio antes que los Estados Unidos. Y ahora Putin consigue que juegue en la misma liga, que aparente jugar en la misma liga. Que el Mundial se juegue en Rusia es en parte esto: que Rusia aparezca en las grandes Ligas y a la cabeza del mundo. Eso le va a servir para mostrar el país hacia afuera y para mostrarse él hacia adentro.
–¿Cuáles son los países a los que Putin no querría ver campeones el 15 de julio?
–Definitivamente él no quiere que ganen las grandes potencias europeas. Ni Alemania, ni Inglaterra. España le da igual. Y cualquier país sudamericano sería simpático para él.
–Durante un Mundial, aunque las miradas estén en el fútbol, pasan cosas. Kim jong-un y Donald Trump podrían reunirse para desactivar un conflicto nuclear. ¿Qué dirá Putin?
–Si durante el Mundial de Rusia, Trump desmilitariza Corea, le pega un sopapo a Putin, es una victoria política impresionante. Esto es un gol de media cancha de un país que no juega al fútbol. Le anula el Mundial por un rato. Ellos vienen jugando al macho man, la política del macho. Trump nos sorprende, y me sorprende, porque hace lo que prometió. Y voy a decir algo doloroso: Obama es el presidente que todos querríamos tener y la persona que todos querríamos ser. Y su política exterior fue mala. Trump es la persona que todos querríamos evitar como presidente y como padre, hermano o hijo, y sin embargo su política exterior no es desastrosa, y podría tener más éxito que la de Obama si consigue la paz en Corea. Quizás Kim supo leer a Trump mejor que nosotros.
–¿Qué le conviene más a la Argentina? ¿Ser el país de Maradona o ser el país de Messi?
–En términos del mensaje que nos gustaría dar al mundo, ser el país de Messi, el país del talento sin la ruptura de las reglas. Maradona era el país del talento con picardía criolla. Supuestamente es el cambio de cultura al que el gobierno se refiere. De todos modos, Maradona y Messi son brillantes, pero Maradona ganaba el Mundial, se cargaba el equipo al hombro. Da la impresión de que Messi tiene una inserción en el equipo que es diferente. Maradona era un líder rupturista, Messi es menos de las dos cosas: menos líder y menos rupturista. Una es buena y otra menos.
–¿Coinciden las personalidades de Maradona y Messi con sus respectivos momentos históricos?
–Diría lo contrario. Alfonsín es la recuperación del respeto por la ley, y yo no diría que Maradona, sobre todo en esa época, fuera eso… Maradona representaba la transgresión, Alfonsín era la recuperación de la ley. Messi da la impresión de ser alguien que se adecua mucho más al respeto a las leyes. No tiene que ver con sometimiento, sino con el respeto a las reglas en un mundo en el que la Argentina no tiene esa reputación.
–Pensando en el Mundial en clave política interna, ¿qué le conviene al gobierno de Macri?
–La victoria o la derrota, aunque sean apabullantes, duran unos días. Al gobierno le conviene que la gente invierta y consuma, pero la euforia podría generar un aumento en el nivel de las expectativas. Al gobierno no le sirve que aumenten las expectativas si no las puede satisfacer. El resultado es, entonces, irrelevante en el mejor de los casos, y puede ser hasta contraproducente. La duración, en cambio, importa, porque distrae.
–¿Está diciendo entonces que al gobierno no le conviene que la Argentina gane el Mundial?
–Los argentinos nos sentiríamos los mejores de la galaxia, estaríamos entonces pidiendo el mejor gobierno de la galaxia, y ningún gobierno está en condiciones de ser un gran gobierno en esta situación económica.
–¿Cuál es, entonces, desde su sapiencia analítica, el punto de equilibrio? ¿Perder en semis?
–Desde el corazón querría ganar el Mundial. Desde la cabeza no estoy convencido de que ganar el Mundial sea funcional al gobierno o la estabilidad política.
–Sea claro, por favor: ¿a la sociedad argentina no le haría del todo bien ganar el Mundial?
–A la sociedad argentina le sirve la estabilidad y la previsibilidad. Ganar el Mundial generaría euforia, y la euforia podría ser inconsistente con esa estabilidad que necesitamos. Ganar el Mundial podría ser contrario al interés nacional.
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