Aquellos reyes sin corona
Pelé era Pelé y Maradona uno y basta... Honor y gloria a quienes hicieron brillar el sol de nuestro fútbol de cada día. Todos tienen sus méritos; a cada quien lo suyo, pero para mí, ninguno como Kubala”. Como hombre sensible del balompié, Joan Manuel Serrat le dedicó una canción a Ladislao Kubala, jugador poco conocido por esta parte de la tierra. Porque más allá del fanatismo del cantante catalán, es cierto que el húngaro acumuló suficientes méritos como para ganarse un lugar entre los mejores de la historia.
Con Barcelona le quitó cuatro títulos de Liga al poderoso Real Madrid de Di Stéfano en los 50, pero el reconocimiento nunca llegó de forma contundente. ¿Por qué? Simple: nunca midió su categoría en un Mundial. Kubala nació en Hungría, pero sus padres eran checoslovacos. Cuando huyó de su país natal por la guerra, la FIFA lo suspendió por un año. Aun así, jugó partidos internacionales con Hungría, con Checoslovaquia y con España, pero nunca coincidió con las etapas de los mundiales.
Por eso es doble el mérito de Alfredo Di Stéfano que, sin llegar a jugar un partido por la Copa del Mundo, se metió entre los tres primeros en todas las encuestas de los mejores del Siglo XX. Claro que en ninguna lo consagraron como el número 1, y él mismo reconoce que ese faltante le marcó la carrera. Porque el argentino viajó a Chile con la selección española, para jugar el Mundial de 1962, pero una dolencia lo dejó fuera de las canchas: “Esa maldita lesión en la espalda me llevó a la mayor frustración de mi trayectoria deportiva, que fue estar en la puerta del Mundial y no poder entrar”.
Otro nombre argentino inolvidable es el del Charro José Manuel Moreno, que fue goleador y campeón en cinco países diferentes, pero no coincidió con las presencias de nuestro país en las reuniones ecuménicas. O el maestro Adolfo Pedernera.
Hubo otros grandísimos jugadores que no pudieron llegar a la Copa del Mundo. El ecuatoriano Alberto Spencer es aún el máximo goleador histórico de la Copa Libertadores, con 54 tantos en 87 partidos. Fue dos veces campeón de la Europeo-Sudamericana, tres veces de la Libertadores y siete en Uruguay. Fue un adelantado en su país, pero Ecuador no estaba listo para los Mundiales.
Ian Rush hizo todo lo posible para tener una posibilidad mundialista. Fue cinco veces campeón de la Liga inglesa en la década del 80. Ganó dos veces la Liga de Campeones y marcó 253 tantos en 584 partidos oficiales. Pero nació en Gales y aunque jugó más de treinta partidos de eliminatorias con los colores de su país, no llegó a jugar un mundial.
Lo mismo le ocurrió a George Best, que alguna vez comentó: “Hay días en los que estoy inspirado y siento que nadie puede sacarme la pelota”. Nació en Irlanda del Norte, se convirtió en el mejor jugador de Europa en 1968, cuando condujo a Manchester United a ser el campeón continental. Para los ingleses es de los mejores de la historia. En el Salón de la Fama de ese país, figura en el puesto Nº 2, detrás de Pelé, en un listado en el que todavía no ingresó Diego Maradona, que está nominado para entrar en los próximos años.
Todos se consagraron con sus clubes. Fueron reyes del fútbol, pero por más que lo intentaron, nunca se sentaron en el trono mundial.
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