Boca campeón de la Superliga. De aquel arranque demoledor a esta consagración agónica
Ocho partidos jugados. Ocho ganados. Así empezó el camino de Boca en esta Superliga que ganó de punta a punta. La ráfaga de triunfos fue arrolladora y eclipsó a todos sus rivales.
En las primeras cuatro fechas marcó 12 goles y recibió apenas 1. Y una de sus víctimas fue Godoy Cruz, su escolta, que en la tercera jornada salió a jugarle de igual a igual en la Bombonera, se puso en ventaja e incluso por momentos lo complicó, pero que finalmente se volvió a Mendoza goleado 4 a 1. Tal vez entonces fue un encuentro más, pero a la hora del recuento, aquel triunfo valió más de tres puntos.
Una semana después, ante Vélez en Liniers, se vio quizás una de las mejores producciones del conjunto xeneize. Fue 4 a 0, pero fue mucho más que eso. Juego asociado, amplio dominio del balón, variantes a la hora de crear situaciones de gol y lucidez de sus protagonistas.
El sorteo determinó que el único superclásico del torneo se jugase en Núñez. Boca pisó suelo millonario con su racha de victorias seguidas a cuestas, frente a un River que, golpeado por la histórica derrota con Lanús que lo marginó de la final de la Copa Libertadores, sólo quería interrumpirle la seguidilla. Un golazo de tiro libre de Edwin Cardona abrió la cuenta. Ponzio, con un fuerte derechazo desde afuera del área marcó el empate transitorio. Parecía que terminaba 1 a 1, pero el equipo de la Ribera sacó a relucir su garra, y Nahitan Nández silenció al Monumental. Por segunda vez consecutiva, Guillermo Barros Schelotto celebró junto a su equipo en césped rival.
Sólo siete días después, Boca se quedó sin invicto y sin Darío Benedetto. El goleador se rompió los ligamentos cruzados de su rodilla derecha y no sólo se despidió de la Superliga, sino también de sus sueños mundialistas. Fue el golpe de gracia que sufrió el equipo, a un mes y medio de quedarse sin Fernando Gago. Desde lo futbolístico, nada fue igual desde entonces.
La reanudación del torneo tras el receso de verano vino con un partido clave. Tras el 2-0 a Colón, en enero, llegó el clásico con San Lorenzo. Una victoria de los de Boedo, por entonces escoltas, los hubiera dejado a sólo tres unidades del líder. Pero con el 1 a 1, la distancia de seis unidades se mantuvo y los dos se fueron conformes. Unos por al menos mantener la distancia en la cima, a pesar de haber sido superiores en el desarrollo del partido, y los otros por al menos no irse derrotados, un resultado que los hubiera dejado a 9.
En la recta final, casi como un Déjà vu de lo que había sucedido en las últimas jornadas del campeonato anterior, Boca comenzó a tropezar. Entre las fechas 18 y 23 cosechó apenas 7 de los 18 puntos posibles.
Derrota 2-0 con Argentinos (según Guillermo, el único rival de todo el torneo que los superó con claridad), triunfo agónico ante Tigre 2-1, igualdad con Atlético en Tucumán (luego de perder con River la final de la Supercopa), victoria sobre la hora ante Talleres y caídas contra Defensa y Justicia (2-1) e Independiente (1-0).
Se imponía una reacción. Y llegó frente a Newell's, en una Bombonera que latió con fuerza y que metió presión a su manera, al ritmo del "Esta tarde, cueste lo que cueste..."
El 3 a 1 no sólo alivió a todos en Brandsen 805, sino que además fue la segunda vez en esas últimas 17 fechas que marcó más de dos goles (la otra, el 4-2 a San Martín de San Juan, por la jornada 17). Además, con sus dos gritos, Ramón Ábila se ganó la titularidad como centrodelantero, al menos hasta que vuelva Benedetto. Y lo ratificó frente a Unión, con otros dos festejos.
El bicampeonato de Boca es indiscutible, pero también es real que los méritos propios se congeniaron con las incapacidades ajenas. A lo largo de toda la Superliga ningún rival le peleó el torneo a Boca mucho más allá de un lapso de seis fechas. River, San Lorenzo, Unión, Talleres y Godoy Cruz se repartieron el rol de escolta. Y en los momentos donde debieron ganar para acercarse y meter presión, fallaron y jugaron para Boca.
La consagración llegó otra vez entre semana. Hace un año en Bahía Blanca, ahora en La Plata. La locación, el Bosque, un lugar muy conocido por el artífice de esta campaña: Guillermo Barros Schelotto, que a fuerza de logros hace que su estatua brille cada vez con más fuerza en el hall central de la Bombonera.
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