Boca-Palmeiras: Barros Schelotto encontró un Palermo para arreglar su barullo
Siempre supo cómo confundir. Su especialidad era desconcentrar. Una amago por acá, otro por allá, un pique corto, otro largo, una gambeta endemoniada. Guillermo Barros Schelotto tenía claro cómo dejar aturdido al rival. Pícaro, burlón, inteligente, corajudo. Una marca indeleble para su carrera como futbolista y evidentemente también como entrenador. Es que el Mellizo diagrama sus estrategias casi de la misma manera que cuando jugaba y su equipo se ofrece por momentos tan desconcertante como cuando su conductor dejaba surcos por los costados de la cancha. Es justo decir que Guillermo hacía un barullo tremendo cuando pisaba la cancha y anoche el Mellizo hizo el mismo barullo pero con su equipo y también encontró a un Palermo salvador: Darío Benedetto .
El juego pedía de su mano y él aportó... Primero armó un dibujo, eligió los intérpretes y tuvo que torcer el rumbo para salvar la jornada. Tres atacantes para presumir poder ofensivo, aunque con los actores equivocados. Mauro Zárate intentando cumplir con una tarea con la que no está cómodo y se muestra tan perdido como cuando un defensor debía defender una gambeta de Guillermo. Wanchope Ábila se fundió entre los centrales brasileños y tuvo tan poca participación que pareció que su DT no hubiera pensando en cómo hacerle llegar el balón. Y Pavón siempre tan veloz y trabajador como lo era Mellizo, aunque claro sin la precisión para sacar un centro con rosca como lo hacía su entrenador.
En ese contexto tuvo que replantear su apuesta, porque todo estaba tan revuelto... Villa hacer lo que pretendía Guillermo que hiciera Zárate y Benedetto, el mejor de los delanteros xeneizes, a la cancha en lugar de Ábila. Y así como en un amago Guillermo podía desanudar un partido, anoche encontró al Titán justo para que lo sacara de ese laberinto en el que se había metido solito el propio DT .
Estos son partidos como los del Mundial: se definen con una individualidad, con los detalles. Hay que estar 90 minutos atentos a la posibilidad que el rival te ataque. El equipo tuvo mucha disciplina
Porque ganó Boca es cierto, pero es un cúmulo de voluntades. Tiene raptos de lucidez. Y así anda este modelo xeneize. Es cierto que en estas instancias de semifinales de Copa Libertadores cada juego es una partida de ajedrez. Que hay que ser cuidadoso con los detalles. Y allí es necesario darle un guiño al técnico xeneize, porque fue más aplicado anoche que en aquella semifinal con Independiente del Valle. Aunque no solucionó un problemita: su equipo no sabe bien a qué juega sino que se las rebusca para tratar de atar un par de pases y que se le encienda la inspiración a alguno de los talentos dentro de la cancha. Y justo le apareció otro optimista del gol.
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