Boca puede ser letal de contraataque
Boca no juega de contraataque. No es el plan inicial. Las intenciones de Rodolfo Arruabarrena son ser un equipo protagonista, hacerse fuerte con la presión alta o media y generar ataques respaldados, con el desdoblamiento de los laterales, combinando pausa en la elaboración y explosión en los metros finales. Hay muchas caras nuevas y, por supuesto, hace falta rodaje, entendimiento. Pero las intenciones son claras, ya sea desde el esquema 4-3-3, 4-1-4-1 o, eventualmente, desde el 4-4-2. El tema es que, mientras el técnico busca el equipo ideal, viendo cómo los nuevos niveles de la competencia interna empujan la vara de cada futbolista hacia arriba, se ve que el contraataque es algo más que un recurso positivo para Boca. Hoy es su arma más poderosa, aunque no la única.
Se observa (desde las características) que todos los delanteros se sienten más cómodos atacando el espacio que generando desequilibrios en espacios reducidos o en el uno contra uno.
En la abundancia de posibles titulares, sobre todo en la ofensiva, se observa (desde las características) que todos los delanteros se sienten más cómodos atacando el espacio que generando desequilibrios en espacios reducidos o en el uno contra uno. Frente a un adversario que lo espera en su campo, con dos líneas de cuatro bien definidas, Boca también tiene herramientas para vulnerarlo, ya sea con un pase filtrado de Gago, Pablo Pérez o Lodeiro. Hasta Marín sorprendió en esta faceta en la asistencia para Chávez, en Chile, pero ante un Palestino que le dio espacios. Este ítem todavía está en ablande, más allá de la muy buena conexión que mostraron de entrada Gago y Pérez.
Lo cierto es que hasta Lodeiro parecería encajar mejor con esos lanzamientos para que sus compañeros ataquen el espacio, en ese concepto que insiste Guardiola en que "al área hay que llegar, no estar". La estadística, hasta ahora, muestra que el N° 10, en apenas tres partidos, participó activamente en 4 goles de Boca. Y todos fueron contraataques.
Ante Temperley, la jugada del penal y el 2-0 fueron de contra. En la primera, Cubas recuperó, Meli verticalizó para Calleri, el N° 9 se apoyó en Lodeiro, que filtró el pase para que el propio Meli ataque el espacio. Desde el quite de Cubas (uno de los tantos) a la falta de Crivelli pasaron 9 segundos. En la segunda, Lodeiro lanzó recostado sobre la derecha para el pique de Calleri, que partió en su campo y finalizó con la definición de emboquillada. Y ante Palestino, asistió a Palacios en el 2-0. Frente a Olimpo, es quien descarga largo para el pique de Carrizo como wing izquierdo, en la acción del 3-1 de Palacios.
Menos Juan Manuel Martínez, que hace la diferencia desde la habilidad y no desde la velocidad, todos los delanteros se sienten más cómodos de contra que resolviendo en espacios reducidos. Palacios, Carrizo, Pavón, Vadalá, ni que hablar Chávez. Calleri lo demostró en varios partidos. Hasta Gigliotti resolvió contragolpes favorables. Meli, Colazo, Fuenzalida son otros futbolistas que se sienten mejor llegando sin la pelota que generando a partir de ella. En el 5-0 a River en Mendoza, Boca ejecutó el libreto del contragolpe a la perfección con Chávez y Palacios. De todas formas, también sufrió expulsiones que potenciaron que utilice este recurso en algunos partidos: ante Vélez, en el desempate por la Libertadores, con River en Mar del Plata y hasta con Temperley.
Para el funcionamiento ideal de lo que pretende el Vasco, valdría como muestra el gol de Cristaldo a River, en Mar del Plata. Fue una jugada colectiva y Pablo Pérez asistió con categoría al juvenil, pero había seis futbolistas xeneizes dentro del área de Barovero, respaldando ese avance. Pero, mientras Boca busca aceitar movimientos más elaborados que le permitan desequilibrar en espacios reducidos, demuestra que puede ser letal de contraataque.
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