Brasil espera la final entre bromas y un buen clima
YOKOHAMA, Japón (De un enviado especial).– Pasa Alessandro caminando por detrás de uno de los arcos del Mitsuzawa Athletic Park justo cuando el tercer arquero del plantel brasileño, Rogerio Ceti, ejecuta un tiro libre. Falla Rogerio y el impacto de la pelota, exactamente en la cabeza de Alessandro, desparrama al enviado especial de la prensa napolitana. El futbolista brasileño le acerca las disculpas del caso. Un rato después, Roque Junior, que trota alrededor de la cancha, les pide permiso a los periodistas que están pisando la línea de cal para poder pasar y completar su recorrido. En el centro de la escena, Brasil se entrena seriamente por última vez antes de jugar, mañana, con Alemania, la séptima final de su historia en los mundiales.
Como siempre, no hay misterios. Alrededor de 500 periodistas miran los movimientos tácticos que dispone Felipão. Las ejecuciones con pelota detenida, los tiros libres que alternativamente patean Ronaldo, Rivaldo y Ronaldinho y también la formación que el entrenador coloca en el campo: Marcos; Lucio, Edmilson y Roque Junior; Cafú, Kleberson, Gilberto Silva y Roberto Carlos; Rivaldo; Ronaldinho y Ronaldo. La nómina está confirmadísima. Vuelve Ronaldinho tras cumplir la sanción por Edilson. Luego, penales. Antes y después, cada vez que la pelota se va lejos, cualquiera de los periodistas se la puede alcanzar a... Roberto Carlos, Rivaldo... Al que la pida.
Risas y bromas acompañan un entrenamiento que no tiene nada de diferente de los anteriores. No importa que ahora estén frente al encuentro más importante. La distensión guía el trabajo. No se sobredimensiona la ocasión para invitar a las evasivas. Pese a que el equipo esté a un paso de conseguir el penta. Pese a que pueda meterse en la historia como el primero en salir campeón ganando los siete partidos seguidos. Pese a que los torcedores le transmitan su ansiedad bloqueando la página en Internet de la Confederación Brasileña de Fútbol al enviar casi 600 e-mails en los últimos cuatro días.
Esta tarde será el reconocimiento del estadio de Yokohama y luego volverá a repetirse la costumbre de conversar con la prensa. Con una latita de guaraná de regalo porque uno de los sponsors de la CBF –el otro es Nike– cuida todos los detalles. Sólo quedará la última noche por delante. Después, la final. Nada menos. El desparpajo de los jugadores brasileños hace pensar que para ellos se tratará de una noche más.
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