Punto de vista. Cada partido será un examen
Un colega y amigo colombiano, que trabaja en medios de los Estados Unidos, me preguntaba ayer, después de ver por TV el soberbio debut de Banfield ante Racing, si jugadores como Jesús Dátolo o Gabriel Paletta podían tener esperanzas de llegar al Mundial, de seguir jugando así. No había ironía en sus palabras -conocida como es nuestra afición a armar nuevos seleccionados todos los días-, sino más bien admiración: es uno de los tantos periodistas en el mundo que están convencidos de que en este país uno riega y los futbolistas simplemente crecen.
Lo cierto, en todo caso, es que este torneo que acaba de estrenarse les agrega un elemento más de atractivo y de motivación a los ya habituales. Es decir: desde que se inventó este sistema tan... argentino, en el que una rueda es un campeonato y el Apertura cierra el año mientras que el Clausura lo abre, este último se diferencia del primero en dramatismo e intensidad sencillamente porque define más cosas. Y en esta temporada, a la tensión por los descensos y por la clasificación para las copas, se le agrega la tentación irresistible de pedirle a José Pekerman que se lleve a Alemania a todo jugador que se destaque cada domingo (o cada día, en realidad, porque con tal de llegar con tiempo al Mundial, se jugará a cada rato).
Hace cuatro años no había margen: el plantel era indiscutible y los que rompían la monotonía acá no dependían de una buena actuación circunstancial para convencer a Bielsa. Ahora es distinto, parece, por cantidad y por calidad, pero no resultará una tarea sencilla diferenciar lo que puede ser apenas un buen momento de alguno de un valor más estable, en un medio en el que lo único constante es? la irregularidad. Por ejemplo, el clamor popular que había hace un tiempo por Bilos, por quien casi se llega a gestiones diplomáticas con Croacia, ¿es el mismo ahora? Los Palacio, los Agüero, los Ustari, los Gago, los Castromán tendrán mesa de examen bien seguido; no les alcanzará con una sola nota para pasar.
El fútbol de verano, con todo lo de "mentiroso" que tiene -calcio bugiardo lo llaman en Italia-, no fue más que un curso estival de las enseñanzas que había dejado la competencia local en 2005: nada ni nadie es totalmente confiable; no hay verdades absolutas individuales ni colectivas; la vida del mejor equipo -o del peor- puede durar apenas 90 minutos. Por ejemplo, teniendo en cuenta la tormenta que soportó River, después de la (des)calificación que sufrió su plantel, ¿a alguien se le hubiera ocurrido pensar que Ahumada o Patiño se iban a volver fundamentales? Por ejemplo, teniendo en cuenta el habitual poder de Boca, ¿a alguien se le hubiera ocurrido pensar que arrancaría perdiendo en Jujuy?
Imprevisible, inconstante, irregular. Así es el fútbol de por aquí. Y esa asignatura pendiente deberán aprobar los candidatos al gran posgrado en Alemania, mientras otros ya tienen su currículum casi completo y son abanderados: Messi se saca 10 todos los domingos y Tevez ya volvió a clase.
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