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El ascenso de Deportivo Riestra a la B Nacional quedará como uno de los episodios más controvertidos de la historia reciente del fútbol argentino. El partido se jugó a puertas cerradas y quienes lo siguieron por televisión –la emisión tuvo un elevado rating pese a la hora y a que se transmitió sólo por cable– se quedaron con la sensación de que las acciones formaron parte de una gran puesta en escena destinada a cumplir con una máxima no escrita de la AFA: los ascensos se conquistan en el campo de juego.
Salvo TyC Sports, el resto de la prensa no tuvo acceso a la cancha. En definitiva, fue un simulacro del que no pudieron escapar los jugadores de Riestra, que admitieron comprender el despojo que sentían sus rivales, ni los de Comunicaciones, que recibieron las simpatías del hincha común del fútbol. Todos habían advertido ya desde el momento mismo del fallo la inequidad de la decisión.
El fútbol argentino reniega de los escritorios, pero es allí dónde deben aplicarse los reglamentos, precisamente dictados para ser respetados. Cuando esto no sucede, la sensación de injusticia es inevitable. La trampa que cometió Riestra se sancionó a futuro. Quizás dentro de un año esté otra vez en la B Metropolitana, si efectivamente se le quitan los 20 puntos planteados en la sanción. Comunicaciones, en cambio, seguirá en la B Metropolitana con el derecho de sentirse víctima.
¿Está condenado el fútbol argentino a repetir una y otra vez estos asombrosos escándalos? Tal vez, sí. Tal vez, no. A continuación se detallan cinco propuestas que podrían contribuir a cambiar esa historia: