Con coraje y grandeza
Venció a Santos por 3-1 y obtuvo el tercer título continental en los últimos cuatros años; mostró carácter, solvencia y fuego sagrado; Bianchi ratificó su condición de técnico ganador
SAN PABLO.- Si existen varias maneras de ser campeón, Boca lo hizo por la mejor de las vías: con grandeza, imponente desde la actitud y el coraje. La gloria es el precio más justo para un club que está marcando una nueva época en la Copa Libertadores, trofeo que atesora por tercera vez en los últimos cuatro años. Esta era de Carlos Bianchi se hermana con la que comandó Juan Carlos Lorenzo en la década del setenta para darle forma a un pentacampeonato.
En el broche de oro puso distancias con Santos, que era la revelación del torneo. Un 3 a 1 en un Morumbí que lo vio consagrarse en 2000, que estiró su serie a siete triunfos consecutivos. Un campeón incuestionable, con todos los honores y el prestigio.
Antes de que entrara nuevamente en la historia, Boca pasó algunos apuros en el primer cuarto de hora, pero no tardó en poner el desarrollo bajo su órbita. Eso significa que impuso su ritmo, que neutralizó a Santos, que lo ahogó con la prensa que funcionó entre los defensores y los volantes, y que lo inquietó con el contraataque. El encuentro arrancó como una continuación del final en la Bombonera: con los brasileños lanzados al ataque y los xeneizes bloqueando cada intento, con el riesgo de que estaban muy retrasados. Abbondanzieri tapó un remate de Oliveira y Villarreal despejó sobre la línea un cabezazo de Alex.
La final dio una vuelta de hoja porque Boca empezó a imponer condiciones. Con la solvencia de Burdisso en el fondo, el ida y vuelta de Battaglia, la inteligencia de Cagna, la guapeza de Tevez para aguantar la pelota ante zagueros que le sacaban más de una cabeza, la astucia de Delgado para barrer todo el frente de ataque. Santos había desperdiciado sus oportunidades y Boca fue letal en la primera que dispuso: Cagna recuperó un balón e inició un ataque que continuó con Delgado, una doble pared entre entre Battaglia y Tevez, y la precisa definición de éste. Un golazo por concepción y resolución.
Con la ventaja, Boca tuvo el timón. Santos cayó en errores que ya se le habían visto en Buenos Aires: ansiedad, exceso de traslado, insistencia en la jugada individual, obnubilación en los últimos 20 metros. En síntesis, este equipo joven, de buena técnica en varios de sus jugadores, desnudó toda su inmadurez. Boca fue exactamente lo contrario: fortaleza mental, serenidad, solidez, solidaridad colectiva.
El técnico Leao buscó más profundidad con el ingreso de otro delantero (Nené) por un defensor (Wellington). Igual, Boca siguió firme. Se agrandaba en cada quite (sus hombres ganaron varios mano a mano) y amenazaba con las réplicas.
El equipo de Bianchi le bajó la temperatura a la final caliente que prometía Santos, que en el segundo tiempo se repitió en ataques confusos. Boca jugaba con el reloj en la mano y la impotencia rival. Se hacía fuerte en su trinchera, pero ya no sacaba el contraataque con tanta fluidez. De todas maneras, Santos iba camino a la resignación cuando Alex -que tanto probó al arco en los dos encuentros- se proyectó y sacó un derecho bajo y potente, que se metió junto a un poste.
Quedaban 15 minutos por delante y Santos fue por la reacción heroica, que necesitaba dos goles para llegar a los penales. Boca no tuvo pudor en reventar la pelota dentro su área. Santos no terminó de concretar una gran arremetida y cometió el pecado de descuidarse exageradamente, como en ese contraataque que encontró a todos los brasileños en terreno visitante y facilitó la escapada de Delgado, que definió desde lejos ante la precipitada salida del arquero. Ahora sí, todo definido, con la yapa del penal de Schiavi para el 3 a 1.
Boca fue un campeón a lo grande, tanto como el continente que pasó a ser su reino repetido.
LA FIGURA
Sebastián Battaglia
Desde la movilidad, las proyecciones y la claridad, el volante fue el jugador destacado del nuevo campeón de América. Fue decisivo en la doble pared anterior al gol del Tevez, a los 20 minutos del primer tiempo
LO NEGATIVO
El árbitro
El uruguayo Jorge Larrionda fue muy permisivo y no castigó debidamente el juego brusco, especialmente de Santos. Debió expulsar a Leo y a Oliveira por dos duras infracciones sobre Javier Villarreal.
EL DATO
La dedicatoria
Cerca del final del partido, los suplentes de Boca, desde el costado del campo de juego, empezaron el festejo y mostraron una leyenda (Sigan participando) en su camiseta con un destinatario inconfundible: River.
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