Con más pandilla y menos academia, Barcelona y Real Madrid regalaron otro partidazo
BARCELONA - Barcelona y Real Madrid jamás defraudan. Con la liga definida (era el sexto clásico con este contexto), armaron un partidazo con giros en el marcador, goles fuera de contexto, jugadas polémicas, amagos de tangana entre viejos enemigos e incertidumbre hasta la última jugada, un tiro de esquina en favor del visitante. Luego del 2-2 final, el Barca tuvo su fiesta de campeón con Piqué de animador y Guns and Roses de fondo. Sus chances de terminar invicto están intactas. Le quedan tres partidos, dos de ellos en el Camp Nou y, teóricamente, ninguno tan difícil como el Madrid.
El comienzo fue ideal para los locales. Coutinho cortó desde la derecha hacia el medio y encontró a Suarez. Luis ya tenía en su cabeza el pase siguiente: una apertura de primera hacia la derecha. Sergi Roberto cabalgaba sin marcador. Cristiano, que había empezado en modo vintage como wing izquierdo, no está para ese trote largo. Messi arrastró a Nacho y a Ramos que corrieron con él. Por detrás de ellos, tras un formidable pique, llegó el mismo Suarez y conectó de primera el centro con la altura y la velocidad justas. Golazo.
El Madrid respondió enseguida. Busquets pagó en un intento de pressing sobre Kroos. El alemán descargó con Cristiano y pasó por detrás de la jugada, como pedía Menotti en los micros ochentosos de Shell. Pinchó al segundo palo para Benzema que la devolvió al centro del área. Ahí ya estaba Ronaldo, de 9, listo para completar la jugada y el retrato de este Madrid bicampeón de Europa. Todos construyen para CR7 y el portugués se encarga del último toque. Marcó el gol y se lastimó el tobillo. Aguantó hasta el final de la etapa inicial.
A partir del 1-1 a los 15, gobernó el Madrid con Toni Kroos de presidente. Tac, tac. Corta y larga. Pase y desmarque o quedarse en el lugar, según lo que pidiera la jugada. El alemán dictó el tempo, acompañado por Modric y Benzema. El francés se tiraba a la espalda de Busquets y ayudaba a esa supremacía numérica inviable para los medios catalanes. Superado en el juego y corriendo detrás de la pelota, Barcelona intentó llevar el partido al terreno de los nervios y de la lucha. No hizo negocio cuando quiso marcar la cancha. Messi y Suarez fueron amonestados por sendos cruces con Sergio Ramos. Y Sergi Roberto le arrojó un golpe a Marcelo, un Academy Award Winner. Bien echado igual.
El entretiempo generó novedades: Semedo por Coutinho para recomponer la línea de cuatro en Barcelona. Incómodo en ese perfil opuesto al de Liverpool, el brasileño no fue factor. En el Madrid salió Cristiano y entró Asensio, un especialista en abrir latas desde el banco. Barcelona interpretó que debía correr más para no perder el clásico. Imposibilitado de defenderse con la pelota y de presionar arriba, no le quedaba otra que cubrir espacios cerca de su arquero.
Siete para defender y dos para atacar. Pero no eran dos cualesquiera. Eran Suarez y Messi. El uruguayo recuperó con clara falta sobre Varane y habilitó a Leo, quien hasta allí se había hecho notar por la patada a Ramos que le valió amarilla. No importa, es Messi. El mejor, la rutina de lo extraordinario. Recibió, se tomó ese tiempo adicional que solo él tiene, se revolvió en él área y la puso en el único lugar que no podía cubrir Navas. Hacía cuatro clásicos que no marcaba un gol en su casa. 2-1, otro gol fuera de contexto.
Cinco minutos después, el partido tuvo su momento emotivo: la standing ovation a Iniesta en su último clásico. Fueron 38 en su ilustre carrera, la misma cantidad que lleva Messi incluido este. Entró Paulinho con el objetivo de desdoblarse en defensa y en ataque. Debía ser el séptimo del bloque contenedor y el tercero en el ofensivo. Entró muy bien y casi marca el tercero. El Madrid la pasaba mal. Tenía el control de la pelota pero no del partido. Suarez dejó a Messi mano a mano con Keylor, Ramos dejó de correrlo a Leo, Paulinho tampoco picó para definir solo por el medio. En el 1 contra 10, ganó el tico. Zidane puso a Vazquez de lateral derecho como en la Champions. Marcelo y Asensio no mezclaban bien en la izquierda. El chico salió de la banda y encontró un lugar al costado de Rakitic. Ahí tomó la pelota y se inventó un pase entre líneas para la diagonal derecha-centro de Bale que Jordi Alba persiguió. El galés llegó medio segundo antes y la clavó de zurda al ángulo. Otro golazo, otra acción fuera del guión.
El Madrid volvió a sentir que lo podía ganar. ZZ Top hizo otro ajuste. Casemiro libero, Varane con Suarez y Ramos con Messi, duelo de titanes. Vazquez y Marcelo abiertos, Kroos y Modric para construir el juego, Bale, Asensio y Benzema por el medio e intercambiando funciones. Jordi Alba le cometió un claro penal a Marcelo. El árbitro Hernández al cuadrado no lo cobró. Otra vez sin control del juego, Barcelona tuvo esa rebeldía ante la adversidad que le había faltado en la tragedia romana en el Olímpico. Hoy supo sufrir. Messi corrió como nunca para defender, tirarse al piso, ocupar un espacio en propio campo. Tras su amarilla, tomó el duelo contra Ramos como un asunto personal. Motivadisimo, mandó el mensaje del sobreesfuerzo que el resto del equipo hizo propio. Luis Suárez, figura del clásico, mas que ninguno.
El segundo tiempo tuvo otra música. Pasamos de la clásica de Toni Kroos a la melódica latina de Leo y Luis. El Madrid también abandonó su registro atildado y entró en la pelea. Sergio Ramos salió en todas las fotos. Fue a buscar el último córner sin suerte. 2-2. Con más pandilla y menos academia, Barcelona y Real Madrid nos regalaron otro partidazo. Es el decimoséptimo clásico que cubro en estadio con DIRECTV. Siempre la paso bien. Barcelona y Real Madrid jamás defraudan.
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