Con matices, la marca España se mantiene en la elite del fútbol: del vértigo de Real Madrid al control del Atlético
MILAN.- La final será una comprobación más de la extensión de la hegemonía del fútbol español en Europa, aunque no lo haga al modo español. La contradicción merece explicarse porque tiene sus matices en cuanto a estilos de juego. La edad de oro del fútbol ibérico comenzó en 2008, tanto a nivel del seleccionado como de clubes, con la obtención de la Eurocopa y el histórico y revolucionario ciclo que Pep Guardiola inauguró en Barcelona. El mensaje fue tan potente que generó deseos de imitación en varias partes del mundo. Hubo un hilo conductor: la posesión de la pelota, el pase, la elaboración que haga falta hasta encontrar el resquicio o desarmar al rival. En Xavi e Iniesta, símbolos del seleccionado y del Barca, podría sintetizarse esa firme convicción para jugar de una manera determinada. Obviamente, no sólo se trataba de jugar lindo, también hubo grandes triunfos y títulos importantes que convalidaron ese estilo.
La marca España tuvo tal penetración y nivel de seducción que hasta países que presumían de una identidad futbolística muy definida, como Alemania, también la incorporaron a su idiosincrasia. Y en la Argentina proliferan los directores técnicos jóvenes influidos por esa tendencia.
¿Puede decirse que Real Madrid y Atlético de Madrid son otros dos emergentes de esa marca España? No precisamente. Ambos equipos buscarán este sábado la gloria por otra vía, que no significa que sea mejor o peor (esto es cuestión de gustos), pero sí diferente. El equipo de Simeone prefiere controlar los espacios a la pelota. No hace falta que el rival lo empuje para que retroceda. Tiene en el contraataque y la pelota detenida sus armas favoritas. Todo eso lo lleva a la práctica con un convencimiento absoluto. El Sevilla de Emery, reciente campeón de la Liga Europa, es un buen discípulo del Atlético. Tampoco Real Madrid interpreta los orígenes del boom español; lo suyo es contratación de grandes figuras y un estilo que se define más por lo intenso y vertiginoso para llegar rápido a Cristiano Ronaldo y Bale. Aquel predominio español que comenzó en 2008 continúa, aunque la final de hoy lo exprese por otros medios.