Entrevista. "Con otros DT nunca me sentí protegido"
Oscar Ahumada, figura de River en el triunfo ante Boca, está agradecido con Daniel Passarella porque, por primera vez, advierte que un técnico lo tiene en cuenta
SALTA.– En la pileta del hotel Casa Real brotan espontáneamente recomendaciones a un grupo de turistas españoles que preguntan por aquellos recorridos que no pueden faltar en su paseo por el norte argentino. La Vuelta de los Valles –compuesta por el dique Cabra Corral, Cafayate, Cachí, el Parque Nacional Los Cardones– es la más fundamentada por Oscar Ahumada. Cuando terminan los recuerdos de un viaje que hizo por los bellos paisajes de esta provincia acepta el diálogo con La Nacion. Con cara de dormido, se acomoda en la reposera y, mientras se saca la remera, asegura: “Fueron unas de las vacaciones más lindas de mi vida. Hace unos años vine a Salta y la recorrí casi toda de mochilero. Les dije a mis viejos que tenían que venir a conocerla”.
La figura del superclásico que anteayer River ganó por 3 a 0, exhibe en la espalda un tatuaje del grupo de rock La Renga y otro con las iniciales de su familia escrito en japonés (mamá Adriana, papá Oscar y sus hermanos Matías y Pablo). El volante central nacido en Zárate, hace 23 años, muchas veces tuvo que cargarse la mochila al hombro y buscar otros destinos como consecuencia de una serie de cortocircuitos con los técnicos anteriores. Con Manuel Pellegrini tuvo un fuerte cruce verbal; en Alemania se fue de Wolsfburgo por discutir con el DT y, en su regreso a River, Astrada lo marginó del plantel por algunas llegadas tardías. Con Daniel Passarella comienza una etapa diferente. El Káiser dio la orden de que llevara la cinta de capitán en este equipo alternativo y, después del partido, lo llamó a su habitación para felicitarlo por su actuación.
–¿Es cierto que una de las primeras charlas de Passarella fue con vos?
–No sé si fue una de las primeras, pero sí me habló aparte y me mencionó las cosas que el pretende de un número cinco. El me quiere en ese puesto, que es donde más me gusta moverme. Sobre todo me habló del tema de la presión en el medio campo y de jugar a dos toques hacia adelante y no lateralizar.
–¿Estás más tranquilo que en otras etapas?
–Sentirse importante es muy bueno. Quizá con otros técnicos nunca me sentí protegido ni noté que me tuvieran en cuenta. Pero siempre me hice cargo de mis conductas. Pero el pasado ya fue y ahora sólo quiero mirar hacia delante.
Dice que está de muy buen ánimo como para hablar de los momentos no tan agradables de su carrera. Hasta se anima a confesar que en la habilitación a Montenegro (en el segundo tanto a Boca) se equivocó. “Pensaron que no había sido yo, ¿no? Me salí del libreto y salió una picadita increíble”, revela el volante. Claro que no puede evitar otros temas. Como la crisis vivida hace pocos días, la renuncia de Merlo y la responsabilidad del plantel.
–¿Te molestó cómo se precipitó la salida de Merlo?
–Nos sorprendió, más que molestarnos. Fue una decisión pura y exclusivamente de él. En ningún momento quisimos echar a nadie. Sí queríamos plantear ciertas cosas que no compartíamos. Siempre con la mejor voluntad para mejorar.
–¿Qué cosas no compartían de su proyecto?
–El juego, principalmente; no nos sentíamos cómodos con su propuesta. Se lo planteamos de la mejor forma; después, él tomó la decisión de renunciar.
–De la manera que se dieron los hechos, ¿no creés que el grupo quedó como el generador del conflicto?
–Hubo un acuerdo del 100 por ciento en el grupo. Te repito: no compartíamos algunas cosas, pero nadie echó a nadie.
Este volante, que tiene un interesante currículum en juveniles, pues integró los seleccionados Sub 17 y Sub 20 y fue campeón mundial en 2001 al lado de Javier Saviola y Andrés D’Alessandro, asume un estilo frontal, directo. Y tiene muy claro lo que quiere: consolidarse definitivamente en este 2006 para dejar atrás los sinsabores del pasado.