Copa Libertadores: Villa y Borré, la sangre colombiana que revitalizó a Boca y River
Ante los cruces de eliminación directa, cuando para seguir adelante en la Copa Libertadores eran 90 minutos en casa y otro partido en territorio adversario, Boca y River encontraron en Sebastián Villa y Rafael Santos Borré desequilibrio y gol para avanzar en cada llave. Afirmándose en la propia confianza, los delanteros colombianos se impusieron en las preferencias de los Barros Schelotto y Marcelo Gallardo. La respuesta al respaldo de los entrenadores resultó plena y fueron clave para que se concrete la histórica final que repercute en todo el planeta futbolero.
Ajeno a las presiones que insumen las urgencias, Borré disfruta de su buen momento en River. Las dificultades para adaptarse al club y al fútbol argentino quedaron atrás. Hoy es titular indiscutible, convierte goles decisivos y es el jugador más determinante que tiene el equipo de Gallardo en la presente Libertadores. ¿Por qué? En los últimos tres duelos de mata-mata le convirtió goles a Racing, Independiente y Gremio.
Por su comprensión del juego, el despliegue para desgastar a los centrales rivales y la capacidad de mostrar su filo dentro y fuera del área, Borré logró afianzarse como primer punta, por encima de nombres como los Rodrigo Mora, Lucas Pratto o Ignacio Scocco. La contundencia de los números lo avalan: 13 goles (6 por Superliga, 4 por Copa Argentina y 3 por Libertadores) en 51 partidos oficiales; y dos títulos en el club de Núñez.
En el fútbol, tener velocidad es gravitante. Y utilizarla con inteligencia, mucho más. Borré reúne ambas condiciones y las potencia con su talento aguerrido. Se sacrifica para marcar, se tira a los costados para abastecer y hace jugar; tiene mucha personalidad. De muy buen porte físico, sus piernas son veloces y potentes. De hecho, en el último partido ante Gremio demostró gran parte de su repertorio: un gol de cabeza y mucha solidaridad en su propio campo.
Nacido en Atlántico, un pequeño poblado de Barranquilla, Borré se inició en el fútbol profesional en Deportivo Cali, donde debutó con tan solo 17 años. Las actuaciones en las selecciones juveniles de Colombia despertaron el interés del Cholo Simeone, quien dio el aval para incorporarlo al Atlético Madrid, en 2015. Sin embargo, por el poco rodaje, en la temporada 2016-17 fue cedido al Villarreal, donde marcó cuatro goles en 30 encuentros. A mediados del año pasado, River decidió apostar por él y pagar 3,5 millones de euros para incorporarlo.
Gallardo, con su muñeca para manejar los contratiempos por lesiones o expulsiones, ayudó mucho al momento que hoy vive el colombiano. Lo convenció de que podía ser N° 9, un puesto que nunca había jugado, y le tuvo la paciencia necesaria para que explotara todo su potencial. "Gallardo es un crack, ve cosas que uno no imaginaba que podía hacer", afirmó Borré, en medio de la euforia que significó meter al conjunto de Núñez en la quinta final continental de su historia.
Sebastián Villa tardó poco en mostrar en Boca por qué lo fueron a buscar. En una jugada, la del primer gol ante Palmeiras en San Pablo, expuso los argumentos para tener su lugar en el equipo: recuperó la pelota detrás en su campo y la dejó en los pies de un compañero, desplegó su alta velocidad y marcó la descarga, desbordó a su marcador y tuvo precisión en el pase para que Ábila defina el 1-0.
El futbolista formado en Deportes Tolima (donde fue compañero de Wilmar Barrios, quien dio referencias para su contratación) aprovechó las oportunidades que se le presentaron y maximizó cada minuto en la cancha desde el debut ante Alvarado, por la Copa Argentina, cuando ingresó en el segundo tiempo. Desde entonces solamente necesitó seis partidos como titular y apenas tres completos para presentarse ahora como una de las cartas más desequilibrantes del club de la Ribera de cara a los dos superclásicos con destino de eternidad.
A mitad de año se convirtió en la primera incorporación de los Mellizos para el inicio de la Superliga y la continuidad de la Copa Libertadores. La llegada parecía apuntada a cubrir una posición próxima a quedar bacante, la de Cristian Pavón, mundialista apuntado por varios clubes de Europa. Pero pronto hubo espacio para que pudiesen convivir, y con el cordobés de 23 años y el antioqueño de 22 espejados en los extremos Boca se garantizó velocidad para atacar y aplicación en el retroceso para defender. Así ocurrió en las dos series definidas en Brasil, frente a Cruzeiro, por los cuartos de final, y ante Palmeiras, en semis.
La electricidad del juego de Villa y el orden en el esquema del cuerpo técnico fueron dándole cada vez más lugar, a tal punto que Pavón se corrió a la izquierda, Mauro Zárate perdió terreno, Carlos Tevez permaneció relegado y su compatriota Edwin Cardona salió de la nómina. Antes de su arribo a Boca, Villa había jugado solo 46 minutos con Tolima en la Copa Sudamericana como única experiencia internacional y ahora será uno de los protagonistas de una final que acaso sea el mayor duelo entre clubes.
No es fácil ponerse las camisetas de River y de Boca. Y menos hacerle frente a las presiones de las instancias decisivas. Sin embargo, a Borré y Villa esa condición no los amedrentó. Hoy la tropa de Gallardo y la hueste de los Mellizos están a horas de jugar una final histórica. Y mucho tiene que ver el presente de estos dos colombianos, que llegaron en silencio y, a fuerza de goles y buenos rendimientos, se volvieron trascendentales para sus equipos.
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