Cortocircuito entre la AFIP y la AFA: denuncian que la selección argentina ingresó electrónica sin declarar
Uno, dos, tres...fueron once baúles con los colores celeste y blanco que pasaron por los escáneres de la Aduana de Ezeiza. Habían llegado en dos vuelos: AA953 (American Airlines) y UA 819 (United Airlines) desde Nueva York, donde el martes la selección argentina había empatado con Colombia sin goles en un partido amistoso. De repente, una tablet. Luego, una computadora portátil... Más tarde, una consola de videojuegos y hasta... ¡Instrumentos musicales! Los lentes mostraban la intimidad del equipaje de la delegación, que no había declarado un solo artefacto electrónico. En total, cerca de 25.000 dólares en mercadería. Una clara infracción al código de equipaje aduanero.
Los operarios de los escáneres esperaron las explicaciones. Dos empleados del departamento de selecciones ensayaron una: "Vamos al predio de Ezeiza y volvemos con toda la documentación respaldatoria. No se preocupen". Los funcionarios, en rigor, ya estaban preocupados. Claudio Tapia, el presidente de la AFA, ya se había ido por otra salida. Su equipaje es espartano: viaja con lo justo. Un traje. Remeras. El mismo celular antediluviano.
Secuestramos mercadería electrónica sin declarar de la Selección Argentina de Fútbol #AFIP#Aduana#Ezeizapic.twitter.com/Ux5wzn5skD&— AFIPComunica (@AFIPcomunica) 13 de septiembre de 2018
La Aduana hizo lo suyo y labró la infracción correspondiente. Pero el asunto tomó otra dimensión conforme se acercó el mediodía. La AFA intentó una explicación mediante un comunicado. El departamento de selecciones desvió la atención. Habló de "noticias maliciosas sobre la selección argentina". Y precisó que "los elementos demorados en Ezeiza" eran "material de videoanálisis y maquinaria de kinesiología del seleccionado mayor utilizado habitualmente para los partidos y entrenamientos del equipo". La AFA insistía en que todo estaba en orden: "Ya se presentaron todos los papeles reglamentarios para que, en las próximas horas, puedan regresar al predio".
Cuando uno de los funcionarios de alto rango de Ezeiza leyó el comunicado, publicado en el sitio web de la AFA, se río con ganas. "Que expliquen cómo hacen kinesiología con un iPad. O cómo utilizan una consola de juegos para analizar los partidos", se preguntó. Para entonces, primera hora de la tarde, el tema estaba en manos de la fiscalía competente en delitos aduaneros. La mercancía, lejos de estar rumbo al lugar de entrenamiento de los seleccionados nacionales, estaba incautada en uno de los tantos galpones de Ezeiza.
Los dueños de los aparatos –¿futbolistas? ¿dirigentes? ¿empleados administrativos?– se exponen, primero a una multa por no haberlos declarado una vez que pisaron suelo argentino. Luego, al pago del 50% del excedente por sobre la franquicia estipulada para todos los viajes, que es de US$300. Pero para acceder a los bienes deberán esperar a que la Justicia haga su trabajo. Ya no es competencia de la Aduana, sino de la fiscalía, que deberá peritar todos los artefactos decomisados e interrogar a los operarios de los escáneres de Ezeiza.
"Se labraron las actas pertinentes por infracción al régimen aduanero y la mercadería quedó secuestrada a la espera de la resolución del juez contencioso pertinente", señaló la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP, de la que depende la Aduana) en un comunicado. En las fotos distribuidas junto con el texto podían verse juegos para niños de escaso valor comercial. También fueron confiscados.
Más allá del escándalo –y la posterior explicación sin sustento de la AFA–, todo quedará en una multa económica. Lo que para la Aduana es una simple infracción deberá ser refrendado por la Justicia, que definirá el castigo a pagar por la AFA luego de que terminen todas las investigaciones. En rigor, no se trata de contrabando, sino de una omisión de declaración de bienes.
Tapia, que se había ido a su casa luego del aterrizaje, pasó la tarde en su pago chico, Barracas Central. El Guapo jugaba con Colegiales por la Primera B Metropolitana. Parecía que el día le aportaba una sonrisa con el gol de Valenzuela. Pero los de Munro empataron a 13 minutos del final. Para entonces, el Aduanagate estaba en boca de todos.